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El polvo lunar comenzó a asentarse, revelando el cuerpo derrotado de Toneri Ōtsutsuki. Respiraba con dificultad y sus ojos Tenseigan habían perdido su brillo celestial. La batalla había terminado, pero el precio había sido enorme. La luna, partida en dos, flotaba en el vacío del espacio como recordatorio de la destrucción que Toneri había intentado desatar.
En medio del caos, Kakashi y el Raikage corrieron rápidamente hacia Naruto y Obito. Kakashi, con su máscara habitual pero con una expresión visiblemente aliviada, fue el primero en hablar.
—Bien hecho, Naruto —dijo Kakashi, poniendo una mano en el hombro del joven ninja—. Y tú también, Obito. Gracias por tu ayuda.
El Raikage, con los brazos cruzados y una mirada severa, asintió, aunque su tono era más directo.
—Sí, hiciste un buen trabajo. Pero ahora no hay tiempo que perder. La Luna se ha partido en dos, y no pasará mucho tiempo antes de que los fragmentos empiecen a caer hacia la Tierra. Tenemos que irnos rápido.
Obito, que había permanecido en silencio, miró a Kakashi con calma antes de responder.
—No te preocupes tanto, Kakashi —dijo Obito con voz tranquila pero firme—. Mientras Naruto no esté en la aldea, él se encargará de todo. Lo que tenemos que hacer ahora es asegurarnos de que este tipo —dijo, señalando a Toneri— no cause más problemas en el futuro.
Kakashi frunció el ceño, reflexionando sobre las palabras de Obito.
—¿Qué sugieres, Obito? —preguntó cruzándose de brazos.
Antes de que Obito pudiera responder, el Raikage intervino con un tono firme.
—Sugiero que lo matemos —dijo sin rodeos—. Es demasiado peligroso para dejarlo con vida.
Sus palabras fueron como un martillo, creando un silencio incómodo que perduró por unos instantes. Todos sabían que el Raikage no bromeaba, pero la idea de ejecutar a Toneri, incluso después de su derrota, parecía demasiado drástica para algunos.
Fue entonces cuando una voz débil pero firme rompió el silencio.
—No lo mates...
Todos se giraron hacia el origen de la voz. Era Hinata, tendida en el suelo, herida pero consciente. Sus ojos, aunque débiles, brillaban con determinación.
Naruto al ver a Hinata en ese estado, corrió rápidamente hacia ella, arrodillándose a su lado para levantarla con cuidado.
—Hinata, estás bien —dijo Naruto, con una mezcla de alivio y preocupación—. No te muevas demasiado. Estás herida.
Hinata, apoyándose en Naruto, miró hacia arriba con esfuerzo.
—Los ojos... —murmuró, su voz apenas audible.
—¿Qué ojos? —preguntó Naruto confundido pero atento.
—Los ojos de Hanabi... —dijo Hinata, con un leve susurro—. Tengo que recuperarlos. No puedo dejarlos aquí.
Naruto asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Sabía que la mirada de Hanabi era crucial, no solo para Hinata, sino para todo el clan Hyuga.
—No te preocupes, Hinata —dijo Naruto con determinación—. Los recuperaremos. Lo prometo.
Mientras Naruto atendía a Hinata, Kakashi y el Raikage intercambiaron miradas. La situación era complicada, y cada uno tenía sus propias ideas sobre cómo proceder.
—We can't let Toneri escape —said the Raikage, firmly—. If we don't kill him, we at least need to make sure he can't become a threat again.
Kakashi nodded, though his expression was more thoughtful.
—You're right, but we also need to consider the consequences. Killing him could create more problems in the long run. Maybe there's another way.
Obito, who had been silently observing, spoke up again.
—No matter what we decide, we need to act fast —he said, looking up at the sky—. The moon won't give us much time.
—Don't worry, there's no need to kill him. I'll take care of it—.
TO AVOID QUESTIONS, I WON'T GO INTO DETAILS ABOUT THE ŌTSUTSUKI FAMILY OF THE MOON)
With superhuman effort, Hinata stood up, leaning on Naruto to steady herself. Her eyes, though weak, shone with unbreakable determination. She slowly approached Toneri, who lay defeated on the ground, his breathing ragged and his body covered in wounds.
—Toneri —said Hinata, her voice firm but filled with emotion—. You've made many mistakes, but the worst of all is that you've lived deceived.
Toneri looked up with difficulty, his Tenseigan eyes now dull and lifeless.
—Deceived? —he murmured, with a mix of disbelief and despair—. What are you talking about?
Hinata knelt in front of him, looking directly into his eyes. With precise and careful movements, she reached out toward Toneri's face. Though he tried to resist, he was too weak to oppose her.
—The eyes you stole don't belong to you —said Hinata, as she gently removed the Tenseigan from Toneri—. And the truth about your family... is something you need to know.
Toneri screamed in pain, but more than the physical pain, it was the pain of uncertainty that consumed him.
—What truth? —he asked, his voice trembling—. What do you know about my family?
Hinata carefully held Hanabi's eyes before putting them away. Then, she looked at Toneri with an expression of compassion.
—Your family... wasn't what you thought —said Hinata, her tone solemn—. They manipulated you, used you to fulfill their own goals. Everything you did, everything you believed... was based on lies.
Toneri fell silent, his empty eyes now reflecting a mix of confusion and pain. For years, he had lived with the conviction that his mission was just, that he was fulfilling his clan's legacy. But Hinata's words made him question everything.
—No... it can't be —murmured Toneri, shaking his head—. Don't lie to me...
Hinata stood up, looking at him one last time.
—I'm not lying to you —she said—. The truth hurts, but it's necessary. Now, rest. Your fight is over.
As Hinata returned to Naruto's side, the group prepared to leave the moon. The destruction around them was a reminder of what had happened, but also of what they had achieved.
—Let's go —said Naruto, carefully holding Hinata—. It's time to go home.
Kakashi y el Raikage asintieron, mientras Obito observaba desde la distancia con expresión inescrutable. Sabía que su papel en esta historia aún no había terminado, pero por ahora, se conformaba con ver el mundo a salvo.
Mientras el grupo se alejaba, Toneri se quedó atrás, solo y derrotado. Las palabras de Hinata resonaron en su mente, sembrando dudas y arrepentimiento. Aunque no sabía qué le deparaba el futuro, una cosa estaba clara: su camino había llegado a su fin.
Y así, bajo el cielo fracturado de la luna, el capítulo se cerró con una mezcla de victoria y reflexión. La batalla había terminado, pero las cicatrices que dejó permanecerían para siempre.