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Chapter 95 - Capítulo 23.5: El Cumpleaños de Aiko

15 de diciembre de 2018.

El frío de la noche calaba los huesos, pero la pequeña fogata que habían encendido brindaba algo de calor. Aiko se encontraba sentada con los brazos cruzados, sin decir nada. Volkhov notó que parecía molesta, o quizá… triste.

Ryuusei se acercó con una sonrisa burlona.

—¿Qué pasa, Aiko? ¿Acaso olvidaste que hoy es un día especial?

La chica bufó y apartó la mirada.

—Como si importara. Estamos en medio de un maldito bosque en Rusia. No creo que podamos celebrar nada.

Volkhov arqueó una ceja.

—¿Es tu cumpleaños?

Aiko asintió sin entusiasmo.

—Mis 13 años. Pero no importa. No espero nada.

Volkhov suspiró.

—Vaya par de raros…

Pero Ryuusei sonrió y chasqueó los dedos.

—¡Oye, Antryx! ¡Saca la torta!

De las sombras, apareció uno de los Heraldos comunes, cargando lo que parecía ser un pastel. O mejor dicho, lo que quedaba de uno. Estaba hecho pedazos, completamente destrozado, pero aún tenía velas.

Volkhov se llevó una mano al rostro.

—No puedo creerlo.

Pero Aiko, al ver el desastre de pastel, rió con ganas.

—¡Esto es lo más horrible que he visto!

Ryuusei se encogió de hombros.

—Bueno, el viaje hasta Rusia no ayudó mucho a su estado, pero sigue siendo comestible.

Encendieron las velas y comenzaron a cantar.

—¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños, Aiko! —cantaron de manera desordenada y fuera de tono.

Aiko sonrió. Por un momento, todo el caos que los rodeaba se desvaneció.

Cuando terminó la canción, Aiko sopló las velas y Ryuusei sacó un paquete envuelto en papel negro.

—Aquí tienes, tu regalo.

Aiko lo tomó con curiosidad y rompió el envoltorio. Sus ojos se abrieron de sorpresa al ver la portada del libro.

—"Viví Mil Vidas, Tengo Mil Historias Por Contar" – Copalta.

Se quedó en silencio unos segundos. Luego abrazó el libro con fuerza.

—…Gracias, Ryuusei.

Ryuusei sonrió.

—Sabía que te gustaría.

Aiko lo miró con determinación.

—Prometo leerlo todo.

Volkhov miró la escena con los brazos cruzados.

—Lo admito… No pensé que ustedes fueran capaces de momentos así.

Ryuusei rió.

—Somos raros. ¿Qué esperabas?

Aiko asintió con una gran sonrisa.

—Somos raros, pero felices.

La celebración continuó con risas y bebidas. No importaba que la torta estuviera destruida o que estuvieran huyendo. Ese día, Aiko fue feliz.

Al día siguiente, el plan comenzaría.

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