—Nací en el mar. Crecí en el mar… Estaba rodeada de un montón de tontos sudorosos, pero allí también estaba mi madre. La vida fue alegre desde el día en que nací. El dinero de las exportaciones siempre fue suficiente para que mi familia prosperase. Sin embargo, lo que pensé que sería una infancia normal se convirtió en una pesadilla.
Se formaron sombras sonrientes, maliciosas y perversas.
—Tenía seis años cuando pasó. Los piratas atacaron nuestro barco. Y mi madre, quien hasta ese momento había sido una mujer normal, se convirtió en una especie extraña de diosa mágica ante mis ojos. Ella levantó sus brillantes manos y cientos de ramas emergieron de nuestro barco. Las ramas atacaron al barco enemigo, aplastando a los piratas y matándolos en el proceso. Ya debes imaginar que tan horrible debió ser eso para una niña. Aun así, ese día ganamos, aplastamos a esos bastardos. Justo después, a pesar de lo horrible que fue, mi emoción por ver la magia por primera vez fue más fuerte y me permitió superar el trauma.
La tela mostraba a una niña junto a su madre. Ambas estaban haciendo volar los mismos trozos de tela que en este momento retratan la historia.
—A mi madre no le molestó enseñarme la magia, pero yo era muy mala en eso. Aunque a mi padre le divertía verme fallar. El siempre tenía una sonrisa tonta en el rostro, toda la tripulación fue igual. Yo también…
Tiana fue feliz…
—Pero eso se terminó. Al hundir ese barco, mi madre condenó a todos en la tripulación. No sabíamos que ese barco pertenecía a una facción de piratas. Cuando menos lo esperábamos, nos atacaron tres barcos grandes. Mi madre intentó protegernos a todos como antes, pero había alguien extraño con los piratas. Algunos dicen que esa persona es un demonio, otros dicen que es solo un loco asesino que hace lo que sea por dinero. Sin embargo, nadie conoce su verdadera historia. Esa noche, ese maldito payaso hijo de perra apareció de la nada a nuestras espaldas y mató a mi madre frente a mis ojos. Aun puedo recordar su horrible risa.
Ahora la tela mostraba la cara de un extraño tipo enmascarado con ropa de bufón.
—Así perdimos, lo perdimos todo. Mataron a muchos de nuestros tripulantes y me secuestraron a mi. Mi padre no pudo hacer nada para salvarme ya que él también fue herido por ese payaso. Y adivina quien nos estaba mirando desde la cubierta de uno de los barcos pirata… ¿No? Pues era Kalika… Ella estaba con esos piratas. Eso fue lo último que vi antes de que me noquearan de un puñetazo. Después de eso, no recuerdo bien lo que pasó. Solo sé que desperté en un lugar extraño y que me estaban transportando en un carruaje camino a un burdel. En esa época yo no entendía qué estaba pasando, pero ahora me doy cuenta de que me iban a vender como prostituta, siendo una niña… Gracias a eso entendí lo horrible que puede ser el mundo… Pero, ¿sabes qué? Siendo tan pequeña, pensé que ya nada podía ser peor. Solo esperé lo inevitable, pero de repente apareció mi padre, sujetando ese mismo martillo gigante manchado de sangre. Nunca supe qué fue lo que le dio tanta fuerza a mi padre para ir solo contra tanta gente, pero fue lo suficientemente fuerte como para atravesar tantos obstáculos hasta llegar a mi.
La tela mostró al capitán y a su hija. Juntos caminaban de la mano a la vez que el capitán arrastraba el martillo.
—Cuando salimos del lugar, Kalika nos estaba esperando con los sobrevivientes de nuestra tripulación. Resulta que esta mujer tan genial traicionó a sus compañeros para ayudarnos y, junto a mi padre y los demás, destrozaron a esos malnacidos. ¿Como? No tengo la menor idea. Mi padre es quien se sabe esa parte de la historia y nunca se atrevió a contarme porque le da vergüenza. En cuanto al payaso, nunca supimos su paradero. Es como si se hubiera esfumado. Y así termina la parte trágica de mi vida. El resto es solo un viaje aburrido para buscar grimorios y magos que puedan enseñarme magia. Y después apareciste tú, con todos estos problemas que no entiendo y esa animada chica gris.
Al terminar de escuchar la historia, Midas miró a Tiana a los ojos. En ese momento, la tela se había juntado en una bola para simular una linterna.
—Ya te dije algo de mi. Ahora vas tú.
Nuevamente, Midas no respondió. Permaneció en silencio, mirando a Tiana.
—Vamos, cabeza hueca. Dime algo. Al menos ten la decencia de compartir algo de ti así como yo lo hice. ¿O es que acaso no eres un hombre? Me voy a enojar, ¿sabes?
Midas suspiró, cansado. —¿Qué debería decirte? Nada en mi vida vale la pena—dijo él, con un tono de voz leve y aburrido… —¿Qué es lo que debería contarte?
—Comencemos por el lugar del que te escapaste.
Él volvió a callarse por unos largos segundos, lo que impacientó a Tiana. Parecía que la lámpara de tela reaccionaba con las emociones de esta chica, pues la tela giró impaciente mientras iluminaba con su luz verde.
Él finalmente quiso hablar.
—El Bastión Inmortal… La capital de Noxus…
Tiana frunció el ceño. —¿Te escapaste de ese lugar? Ugh. Ahora muchas cosas tienen sentido. He escuchado que Noxus ahora mismo está en guerra con Jonia y Freljord, por lo que sus fuerzas en la capital no son tan grandes y poderosas como las que están en el frente. Tuviste suerte de haber escapado en esta época.
—De lo contrario, nos habrían capturado otra vez…—susurró Midas, resignado a seguir la conversación. Ocultó la cara entre las rodillas. —Tal vez eso hubiera sido lo mejor.
—A pesar de eso, estás aquí, viajando de un extremo del continente a otro. Si lo mejor hubiera sido seguir prisionero en quién sabe dónde, ¿dónde queda todo lo que has hecho desde que escapaste? ¿Para qué siquiera estás viajando, atravesando un lugar tan peligroso como lo es el océano?
El tono de voz de Tiana, las preguntas y las palabras, todo eso dejaron un mar de confusión en su mente. En un principio, ¿por qué quiso ir a Zaun?
—Quiero ver a mi hermana mayor…—respondió Midas, susurrando con su voz quebrada.
Claro, esa era la respuesta. La razón por la que aguantó tanta soledad y sufrimiento, desde un principio, era para poder regresar a casa, para regresar junto a Maissa. Sin embargo, Midas se hundió aún más en la oscuridad al pensar en la situación actual, pues muchas cosas han cambiado en estos años.
—¿Y piensas ir con ella escondiéndote aquí como un hombre débil y cobarde?
—¿Ir con ella…?—suspiró, como si Tiana no hubiera entendido el punto. Levantó la mirada y sus ojos mostraron un leve brillo arcano. —Ahora soy un monstruo. ¿Cómo siquiera puedo pensar en regresar con ella? Pero claro, tu no sabes; no entiendes. Estas manos; mis manos, están manchadas con la sangre de personas que no tenían nada que ver conmigo. Los asesiné como si fueran hormigas. ¿Y sabes que es la peor parte?
Tiana negó con la cabeza.
—Yo… me sentí aliviado por haberlos matado. Me sentí aliviado porque no fui yo el que murió. Ahora escuchó sus voces en mi cabeza, gritando y llorando, culpándome una y otra vez—con dolor, se sujetó el cabello y lo apretó entre sus dedos con fuerza. Se clavó las uñas en la cabeza y un par de gotas de sangre cayeron por su frente. —Me hicieron creer que sería un héroe. Me llenaron la cabeza con mentiras que creí ciegamente. Pasé las noches emocionado por ayudar a Noxus. Esperaba que todo este esfuerzo pudiera ayudar a mi hermana en Zaun, pero me mintieron…
—¿Quiénes te mintieron, Midas?
Midas cerró los ojos, intentando buscar el recuerdo entre su desesperada mente. La gente que lo lastimó diciéndole que con su magia podría ayudar a muchas personas, pero que al final solo querían un arma obediente. Esa misma gente que se esconde en las sombras del mundo, ansiando un poder aún más grande…
Al recordar a esas personas, Midas recordó las horribles cosas que le hicieron en las profundidades del Bastión Inmortal.
Ahogándose, temeroso por lo que podría pasar en el futuro, respondió: "La Rosa Negra"
***
Hay una mujer, con muchas caras, que manipula los eventos en silencio. Mueve sus manos de dedos manchados de oscuridad frente a una pared con múltiples pinturas blancas extrañas, pinturas que se mueven como si tuvieran vida propia. Es elegante y peligrosa, pero la apariencia que muestra probablemente no sea su forma verdadera.
Al mover la mano frente a la pared blanca, manchas pálidas del color del carbón se movieron suavemente. Las manchas formaron un heptagrama con siete piedras que giraron dentro de esta figura geométrica. La mujer, de cara inexpresiva hasta este momento, suspiró decepcionada.
—Todo va como quieres, ¿no? Siempre con tus… peligrosas maquinaciones—dijo la voz de un hombre de repente, a espaldas de la mujer.
La mujer mantuvo su silencio. Esto impacientó al hombre, quien pasó por la gran puerta mostrando su apariencia gótica. Su cabello era blanco, puro, sin ninguna mancha. Sus ojos eran rojos, como la sangre que fluye por sus venas, pero su piel era tan pálida que lo hacían parecer un ente del más allá. Él caminó hacia la mujer con la gracia de un aristócrata, vistiendo algo que iba acorde con su estatus social.
—Escucha, cariño. Todo va bien en Jonia, pero las cosas en Freljord se están complicando. Intenta convencer a Darkwill de que envíe más tropas o tu adorable plan se va a caer a pedazos.
La mujer suspiró. No le quitó la vista de encima a la pared, pero respondió. —La vida tiene muchos caminos, Vladimir, pero ahora he puesto mis ojos en otro objetivo. Me encargaré de Darkwill; me aseguraré de que caiga como es debido. Su reemplazo será Swain, pero él en este momento está divirtiéndose en Jonia.
—Hm… Si eso es todo lo que vas a decir, déjame presentar mi decepción en bandeja de plata. La sangre que se derrama en Jonia es gloriosa. La conquista es inevitable, pero tú no le tomas la suficiente importancia. ¿Qué no está ahí el poder que tanto buscas?
—Eso es, en efecto, lo que busco. Sin embargo, algo más llamó mi atención.
—Oh. ¿Y qué es eso que tan distraída te tiene, mujer?
—¿Recuerdas la vez que le ordenamos a los hemomantes que crearán el arma definitiva, pero en lugar de eso nos dieron una niña tonta que no sabía controlarse?
—Ese animal inferior, estúpido y sucio no tiene nada que ver conmigo, Le Blanc—dijo él, casi gritando. El cabello se le despeinó por lo agitado que se puso, pero se calmó y se acomodó el cabello de vuelta. —No vuelvas a mencionar a esa humillante falla.
Le Blanc, por su lado, ignoró la actitud de Vladimir y movió las manchas en la pared con un suave movimiento de su mano. —Ignoraste tanto la existencia de esa falla que lleva tu sangre, que no te percataste de que se escapó junto a uno de nuestros más valiosos experimentos.
—¿Valioso…? Nada de lo que está debajo del Bastión es valioso. Todos son fallas indignas de mi atención.
Le Blanc negó. —No. Temo que en eso te equivocas. Había algo allí. Ese niño tenía un increíble talento para la magia. Era tan sorprendente que decidimos usar algunos de nuestros archivos para experimentar con él. Entre esos archivos estaban los de Sion y Briar. Deberías recordarlo. Me parece que hablaste con él una vez.
—Ja… ¿El niño mugroso de Zaun que explotó su propia magia y convirtió todo en oro?—le pareció gracioso. —Para lo único que sirvió ese niño fue para aumentar nuestro poder monetario. Quedó traumatizado después de la primera prueba y se negó a seguir en el frente de batalla. Ese mocoso no es valioso…—pensó que lo que Le Blanc decía era una broma de mal gusto.
—Yo vi en él más de lo que tú pudiste. Ahora ese niño es mucho más valioso que antes. Es una buena arma que podría servirnos para evitar que él regrese. Tan solo mira…
Las manchas negras en la pared se movieron y mostraron la silueta de un hombre frente a decenas de criaturas marinas. El hombre disparó su magia y todas las criaturas fueron borradas. Luego de eso, se mostró el heptagrama y las siete runas que la conformaban.
—Imposible…—susurró Vladimir al verlo. Parecía que hoy comenzó con el pie izquierdo, pues muchas cosas ridículas estaban pasando. —Él no puede ser capaz de eso…
—Me encargué personalmente de que funcionara. Ahora es ese momento—dijo Le Blanc, refiriéndose a las runas que se mostraban, pues ella misma se las otorgó al experimento. Su mano se movió y mostró otra silueta. —Por ahora, dejaré que todo fluya como debe. Dentro de poco enviaré a alguien para recuperarlo.
Vladimir chasqueó la lengua y se dio la vuelta para irse. —Parece que contigo nunca me voy a aburrir.
Le Blanc sonrió levemente. —Paciencia es lo que se necesita para alcanzar el poder. Solo no hace falta ver y esperar, algo que tu no haces…
Vladimir solo negó con la cabeza y se desvaneció en la oscuridad del exterior.