Cherreads

Chapter 20 - Capítulo 19: Verdades a Deshoras

*MARIANA*

Habíamos acordado dormir en casa de Dani esa noche, algo que parecía sencillo, pero sabíamos que no lo sería. Ya habíamos pasado por mucho juntos, pero dormir en la misma cama, sin la carga emocional de lo que ocurrió antes, de alguna manera era… diferente. Algo tan "normal" como dormir juntos se volvía extraño, y no pude evitar sentirme nerviosa mientras me cepillaba el cabello frente al espejo. Sabíamos que este era un nuevo capítulo para todos, uno que no íbamos a abordar sin más.

La cama era grande, afortunadamente. A pesar de que el espacio sobraba, nos sentíamos un poco incómodas al principio. Ninguna de nosotras estaba acostumbrada a esto, a estar tan cerca sin el peso de las dudas, sin las barreras. Estábamos hablando de cualquier cosa trivial para distraernos, como el trabajo, las cosas que necesitábamos hacer o incluso esas pequeñas "babosadas" que siempre salían cuando queríamos aliviar la tensión. Eso era lo que hacíamos en las noches de chicas, ¿no? Hablar de todo para evitar pensar demasiado en lo que realmente importaba.

"Ya casi es fin de semana," Sofía dijo desde el baño, mientras terminaba de cepillarse el cabello también. "Y todos tenemos el día libre mañana. Qué alivio."

"Sí," respondí, sonriendo. "Es raro, porque después de todo lo que pasó esta semana, nunca imaginé que llegaríamos a este punto… y mucho menos durmiendo todos juntos, de manera tranquila."

"Y lo haremos como si fuera lo más normal del mundo," Valeria añadió desde la esquina de la habitación, mientras buscaba sus pijamas. "Creo que eso es lo que más me cuesta. Hablar de todo esto con tanta calma. Como si nada, como si esta fuera una noche cualquiera."

Al escucharla, no pude evitar sentirme un poco identificada. Aunque todas queríamos que fuera algo natural, algo normal, el hecho de que estuviéramos aquí, en la casa de Dani, compartiendo este espacio, solo nos recordaba lo lejos que habíamos llegado. De alguna manera, tener este espacio vacío para las cuatro nos daba un respiro, pero al mismo tiempo, nos recordaba que esto no sería fácil.

"¿Sabes qué? Mañana vamos a hacer algo divertido," Sofía propuso, tratando de cambiar de tema. "Salimos, tomamos aire fresco. Hacemos algo que no tenga que ver con lo que pasó anoche."

"Totalmente de acuerdo," dije, mientras me sentaba en la cama. "Necesitamos un respiro, ¿no?"

"Sí," Valeria estuvo de acuerdo. "Y aunque esto sea nuevo para nosotras, creo que estamos manejando todo bastante bien. Aunque me da nervios pensar en cómo se va a dar todo a partir de ahora."

"Lo importante es que estamos juntas en esto, sin importarnos lo que venga," respondí, con más seguridad de la que realmente sentía, pero al menos podía decirlo en voz alta para calmarme a mí misma. "Eso es lo que cuenta."

El ambiente estaba más relajado ahora, pero la verdad es que nadie sabía qué esperar. Mañana tendríamos todo el día para salir, olvidarnos un poco de las tensiones y disfrutar del tiempo libre, pero lo que realmente nos preocupaba era lo que vendría después, cuando las emociones se calmaran y tuviéramos que enfrentarnos nuevamente a la realidad de nuestra situación.

Con un suspiro, dejé mi cepillo en la mesa de noche y me tumbé en la cama. "Supongo que todo esto se va a sentir más real cuando nos levantemos mañana y enfrentemos lo que sigue. Pero por ahora, esta noche, vamos a relajarnos. Ya habrá tiempo para hablar de todo eso."

Las demás asintieron, sin decir mucho más. Sabíamos que dormir juntas era un paso, una pequeña victoria, pero al mismo tiempo, era un recordatorio de que esto no sería simple.

Cuando finalmente llegamos a la cama, Dani ya estaba allí, dormido profundamente. El sonido suave de su respiración llenaba la habitación, y pude notar lo relajado que estaba, a pesar de la intensidad de todo lo que habíamos vivido las últimas semanas. Se veía cansado, y no era para menos. Había trabajado desde temprano hasta la tarde, siempre sumergido en ese proyecto importante que parecía consumirlo por completo. Él estaba agotado, y aunque intentaba mostrar su mejor cara cuando estaba con nosotras, se podía notar que llevaba tiempo sin poder desconectar, sin tener un descanso real.

Nosotras, por otro lado, habíamos tenido horarios más flexibles. Yo, que trabajaba desde casa la mayor parte del tiempo, a veces tenía días tranquilos. Laura, en su caso, también tenía su propia rutina, aunque algunos días tenía que ir al restaurante donde trabajaba como chef, lo que le exigía un poco más de energía. Pero a pesar de nuestras diferencias en el trabajo, todas compartíamos algo, las horas largas que habíamos tenido que soportar y la necesidad de ese descanso que, de alguna forma, habíamos logrado con esta semana de vacaciones que Daniel había recibido.

Recuerdo cuando le dieron la semana libre, una oportunidad para que descansara después de tanto esfuerzo, y ahí fue cuando todo comenzó a cambiar. La idea surgió como un plan para desestresarlo. Nosotras lo vimos en el bar esa noche, ya acompañado de sus amigos del trabajo, riendo y celebrando como si por fin pudiera relajarse. Fue esa misma noche cuando decidimos llevar a cabo el plan: una de nosotras, al principio, lograría acostarse con él, como ayuda. No sabíamos cómo, pero se nos ocurrió que eso podría ser lo que necesitaba para liberar todo el estrés acumulado. Lo que no sabíamos es que nosotras terminaríamos haciéndolo todas, de manera impulsiva, de una forma que nunca habíamos anticipado.

De alguna manera, aquella noche cambió todo, y lo que empezó como un simple plan para aliviar la tensión se transformó en algo mucho más profundo, algo que no habíamos planeado ni imaginado. Lo que pasó esa noche fue intenso, pero el hecho de que ahora estuviéramos aquí, tratando de dormir como si nada, como si esto fuera "normal", me hizo pensar en lo lejos que habíamos llegado.

Miré a Dani, todavía allí, dormido profundamente, como si no tuviera ni idea de lo que se había desatado entre nosotras. No sabía cómo acomodarnos en la cama, ni qué lugar ocuparíamos cada una de nosotras. El espacio era grande, suficiente para las cuatro, pero nunca habíamos tenido que compartirlo de esta manera. A veces, todo parecía tan sencillo, y otras veces sentía que era una locura. ¿Cómo nos íbamos a acomodar ahora? ¿Sería una cama como cualquier otra o esta vez algo más difícil de manejar?

Silencio. Todos estábamos ahí, en la misma cama, sin saber exactamente cómo seguir adelante. Pero la realidad era que, por primera vez, teníamos que hacer que todo esto fuera "normal", sin que las emociones o las dudas se apoderaran de nosotros. Así que, de alguna manera, sin decir mucho más, comenzamos a acomodarnos. Algunas se fueron a los lados, otras nos quedamos cerca, sin hablar demasiado, solo esperando que el sueño llegara.

Yo sentí el peso de lo que habíamos vivido, pero también la tranquilidad de que, por ahora, todo lo que necesitábamos era descansar. Sabíamos que lo que vendría después era incierto, pero por esta noche, la cama, aunque llena de nuevas tensiones y emociones, se sintió como un pequeño refugio.

***

*LAURA*

El sol ya comenzaba a asomarse por la ventana, pero mi cuerpo aún no estaba listo para abandonar el calor de las sábanas. Sentía la presión de alguien mirándome, una mirada extraña que no lograba identificar, pero que me erizó la piel. Poco a poco, mis ojos se abrieron, aún adormecida, y la habitación me pareció difusa, como si todo estuviera en cámara lenta. Mi cabello estaba completamente revuelto, y mi cuerpo estaba rodeado por los brazos de Valeria y Mariana, que dormían profundamente, abrazándome sin saber lo que había pasado la noche anterior. Por otro lado, Sofía también estaba abrazada a Valeria, como si alguna parte de ella aún intentara aferrarse a esa sensación de seguridad. Era como si el mundo aún estuviera detenido.

Pero algo no estaba bien. Dani no estaba en la cama, como habíamos esperado. Solo nosotras cuatro, acurrucadas como si el espacio en la cama fuera suficiente para darnos una sensación de tranquilidad. Sin embargo, el aire de la habitación había cambiado, como si algo inusual estuviera a punto de suceder.

De repente, escuchamos unos pasos pequeños, rápidos, como si alguien estuviera corriendo. Luego, una vocecita llena de curiosidad y sorpresa gritó desde la puerta:

"¡Papá, hay mujeres extrañas durmiendo en tu cama!"

El grito me hizo saltar del susto, empujando involuntariamente el brazo de Mariana hacia atrás. El movimiento hizo que accidentalmente golpeara a Valeria, quien se despertó con un quejido, mientras comenzaba a buscar alguna explicación con los ojos aún entrecerrados.

"¿Papá?" dijo Valeria, confundida por la situación, tratando de entender qué estaba sucediendo.

Fue entonces cuando escuchamos la voz de Dani desde otro rincón de la casa, sonando ligeramente impaciente y divertida al mismo tiempo.

"¡Mateo, ven aquí! Te dije que no entraras a mi habitación," dijo Dani, como si intentara mantener la calma mientras se dirigía hacia el lugar de donde venía la vocecita.

Las cuatro nos quedamos en silencio, un tanto estupefactas, mientras comenzábamos a tomar conciencia de lo que acababa de pasar. ¿Un niño? ¿El hijo de Dani? Mi mente empezó a hacer conexiones a una velocidad increíble. No habíamos imaginado que algo como esto fuera a suceder tan pronto.

"¿Eso era... un niño?" murmuró Mariana, aún tratando de procesar lo que había escuchado. Todas nos miramos entre nosotras, nuestras mentes trabajando a toda velocidad. ¿Qué iba a significar esto? ¿Y qué tanto sabíamos de la vida de Dani realmente?

La incertidumbre llenaba el aire. Sabíamos que algo más se estaba desarrollando, algo que no habíamos considerado hasta ese momento. Pero, al mismo tiempo, la realidad de la situación nos golpeó con fuerza.

Nos levantamos de la cama rápidamente, con el corazón acelerado y las mentes aún nubladas por el sueño y la sorpresa. El sonido de la voz del niño nos había dejado en shock, y no sabíamos cómo reaccionar. Nos miramos entre nosotras, aún despeinadas y vestidas con la ropa de Dani, que nos quedaba grande, pero no había tiempo para preocuparnos por eso. Teníamos que bajar y averiguar qué estaba pasando.

Bajamos apresuradamente las escaleras, el sonido de nuestros pasos resonando en la casa vacía. Cada uno de nuestros movimientos parecía más apresurado que el anterior, como si algo importante estuviera en juego. Llegamos al primer piso, y enseguida vimos a Dani en la cocina, con la espalda hacia nosotras mientras preparaba el desayuno, como si nada estuviera pasando. Sin embargo, lo que más llamó nuestra atención fue al niño que estaba escondido detrás de él, mirándonos con grandes ojos curiosos.

Antes de que pudiéramos acercarnos más, Dani se giró lentamente, una sonrisa débil pero genuina en su rostro. No pareció tan sorprendido, pero sí algo incómodo.

"¿Te dijo papá?" le preguntó Sofía, casi en un susurro, sin poder ocultar la intriga en su voz.

Dani rió suavemente, como si fuera una respuesta automática a la situación. "Sí," dijo con calma, frotándose la nuca. "Aunque no es lo que esperaban, ¿verdad?"

El niño, quien no parecía tener más de siete años, se asomó tímidamente desde detrás de Dani, mirando a las cuatro mujeres con ojos curiosos, mientras con una voz inocente preguntaba: "Papá, ¿quiénes son ellas?"

El silencio en la habitación se volvió palpable. El niño estaba viendo a las cuatro mujeres con una mezcla de fascinación y desconcierto, como si tratara de entender qué estaban haciendo allí. Nadie decía nada al principio, y el ambiente se cargaba de una mezcla de incertidumbre y nerviosismo. Yo miré a mis amigas, todas sin saber cómo manejar la situación.

Dani, con su sonrisa aún presente, miró al niño y luego a nosotras, buscando la manera de suavizar la situación, pero al mismo tiempo pareció un poco divertido por lo que acababa de suceder.

"Es... un poco complicado, Mateo," dijo Dani, mirando al niño mientras trataba de decidir cómo explicarlo sin causar más confusión. "Estas son... amigas de papá. Y, bueno, ustedes también van a conocerlas poco a poco."

El niño, aparentemente satisfecho con la respuesta, asintió con la cabeza, como si no necesitara más detalles, pero sus ojos seguían mirándonos con una curiosidad insaciable.

Nos quedamos ahí, observando cómo se desarrollaba todo, preguntándonos cuán lejos estaba Dani de compartirnos más sobre su vida, sobre todo cuando se trataba de Mateo. Sin duda, la revelación de su hijo solo era la punta del iceberg, y ahora teníamos más preguntas que respuestas.

****

*DANIEL*

El ambiente en la cocina se tornó tenso. Podía sentir cómo las chicas me miraban, no solo sorprendidas, sino también algo decepcionadas. Sabían que algo no encajaba en todo lo que les había dicho hasta ahora, pero este giro inesperado de la situación estaba más allá de cualquier cosa que hubieran imaginado.

Valeria fue la primera en hablar, su tono serio, casi hiriente. "Siete años conociéndote, Dani," dijo con la voz temblando de frustración. "Nunca, en todo ese tiempo, dijiste que tenías un hijo. Nunca lo mencionaste. ¿Por qué ahora, después de todo este tiempo?"

Las demás miraban fijamente, buscando respuestas, pero no podían ocultar el resentimiento. Había algo que no cuadraba en todo eso. Yo, por dentro, me sentía atrapado entre la verdad que debía decirles y el temor de cómo tomarían todo.

Suspiré, dejé la cuchara que estaba usando en el banco y me volví hacia ellas, mi rostro serio, pero cansado. "Chicas, por favor, no se apresuren a sacar conclusiones", les dije, manteniendo la calma. "Todo tiene un porqué."

Las cuatro se quedaron en silencio, aún confundidas, esperando que yo aclarara de una vez lo que estaba pasando. De todas las cosas que podía decir, esta era la más difícil. Mateo no era mi hijo, y aunque en algún momento las cosas pudieron haber sido más sencillas, en ese instante sentía que todo estaba colapsando.

"Mateo no es mi hijo," comencé a decir, sabiendo que era lo único que podía hacer. "Es mi sobrino, el hijo de mi hermana mayor, Anni. Lo que pasa es que lo ayudo mucho con la crianza. Cuando mi hermana está ocupada, me encargo de él por varios días, y por eso me llama 'papá'. Es algo cariñoso, no es literal."

Hubo un silencio largo mientras todas procesaban mis palabras. Nadie decía nada, solo escuchaban atentamente, esperando más respuestas.

"¿Por qué nunca dijiste que Anni era tu hermana?" preguntó Sofía, finalmente, frunciendo el ceño. "Cuando te preguntamos ayer, dijiste que solo la conoceríamos en su momento, pero ¿por qué no nos dijiste desde el principio que era tu hermana? Eso hubiera evitado muchos malentendidos."

La frustración en sus voces era evidente, pero sabía que no podía darles la respuesta perfecta. Miré al suelo un momento antes de levantar la vista nuevamente. "Porque no era el momento, Sofía. Les dije que algún día conocerían a mi familia, y hoy es ese día, por supuesto. Pero cada cosa a su tiempo. No quería que pensaran mal de ella o de las circunstancias. Simplemente no era algo que estuviera listo para compartir hasta ahora."

Las chicas intercambiaron miradas, y aunque entendían lo que estaba diciendo, eso no parecía aliviar la tensión que se había acumulado.

"Y ahora," seguí, "Mateo se quedará conmigo este fin de semana. Mi hermana salió de viaje por trabajo, y no tiene a nadie más que lo cuide. Sus abuelos osea mis padres están fuera este fin de semana, así que me tocó quedarme con él. Es solo por el fin de semana, no se preocupen."

El silencio volvió a llenar la habitación mientras digerían toda esa información. Nadie parecía estar completamente convencido o satisfecho, pero al menos ya sabía que había dicho la verdad, aunque no fuera todo lo que querían escuchar. Esto era un nuevo capítulo para todos, uno que todavía no sabían cómo manejar, pero que de alguna manera tendríamos que vivir.

Yo miré a Mateo, que estaba sentado en la esquina de la cocina, aún con su pequeña figura escondida detrás de mí. No había dado muchas explicaciones, solo observaba todo desde su lugar, lo cual me hizo sentir aún más la responsabilidad de ser honesto con ellas.

"Lo siento, chicas," dije, sabiendo que mi disculpa no sería suficiente. "No quise que esto fuera un secreto, pero había cosas que no quería compartir aún. Espero que lo entiendan, aunque sé que no es fácil."

"Solo no vuelvas a ocultarnos algo importante, Dani," dijo Mariana con seriedad, dando un paso hacia el niño, que observaba curioso, pero aún cauteloso. "Y que no se repita."

Asentí, sabiendo que eso era lo menos que podía prometer.

El ambiente se volvió aún más incómodo cuando Mateo, con su curiosidad infantil, volvió a hablar. Su voz, dulce pero directa, rompió el tenso silencio que habíamos logrado recuperar.

"Papá, ¿quiénes son ellas?" preguntó, mirando a las chicas con una expresión inocente, como si no entendiera por qué estaban ahí, o por qué se encontraban tan cerca de mí.

Yo me quedé mudo por un momento, sin saber qué decir. ¿Cómo podía explicarle a un niño que esas mujeres eran más que amigas, pero sin entrar en detalles que no debía o no quería compartir con él? ¿Cómo le explicas a un niño que ellas son parte de mi vida de una manera tan compleja, cuando él solo me ve como su figura paternal?

Mis ojos se desviaron hacia las chicas, que aún estaban en el umbral de la cocina, aún despeinadas y con el rostro sin maquillaje, pero con una calma que intentaban mantener. Cada una de ellas me miraba, esperando que yo tomara la palabra, pero sabían que no tenía respuesta para algo tan directo.

Sofía fue la primera en reaccionar, sentándose junto a Mateo, dándole una sonrisa que intentaba ser reconfortante. "Somos sus amigas, Mateo," dijo con suavidad, sin querer asustarlo ni hacerlo sentir incómodo. "Nosotras somos muy cercanas a tu papá, y él es muy especial para nosotras."

Valeria, siempre tan directa, añadió rápidamente, "Sí, somos amigas muy cercanas, pero ahora nos estamos conociendo más. Nos llevamos muy bien, y queremos mucho a Dani."

Mariana sonrió, añadiendo un toque de dulzura a su tono. "Así que, básicamente, somos una especie de... amigas muy especiales que se cuidan entre sí. Como cuando tienes muchos amigos, pero algunos son aún más cercanos."

Mateo los miraba atentamente, asintiendo lentamente, como si intentara entender la respuesta. No era tan difícil de comprender para un niño, aunque la explicación era vaga y simple. Afortunadamente, a su edad, no necesitaba saber detalles complicados.

Yo qué había estado observando la situación en silencio, respire aliviado al ver que las chicas sabían cómo manejar la situación con delicadeza. "Es correcto, Mateo," dije, acercándome al niño y acariciándole la cabeza con ternura. "Ellas son muy importantes para mí, y yo para ellas. Pero lo más importante es que, al final, todos nos queremos."

Mateo se rió suavemente, como si entendiera la respuesta sin necesidad de más explicaciones. "Está bien, papá," dijo con una sonrisa traviesa. "Pero, ¿me vas a hacer más pancakes?"

Las chicas se rieron al escuchar su cambio repentino de tema. Parecía que la tensión había disminuido, al menos por ahora. Yo, sin embargo, me sentía aún un poco fuera de lugar, pero aliviado de que Mateo no hubiera hecho más preguntas difíciles de responder.

"Claro, campeón," respondí, sonriendo a mi sobrino. "Más pancakes. Pero primero, vamos a prepararlos juntos, ¿te parece?"

Las chicas se relajaron, observando cómo Mateo se iluminaba con la idea de ayudar a cocinar. A veces, las situaciones más complicadas pueden desvanecerse con un simple gesto, como compartir una tarea sencilla con los que más quieres.

More Chapters