Con el tiempo, Lucas se convirtió en un artista reconocido, pero nunca olvidó sus raíces. Siempre volvía al pueblo, a su familia, y al bosque que lo había inspirado en su juventud. En honor a Ana, comenzó un programa de arte para jóvenes en su pueblo, con la esperanza de inspirar a otros como él, recordando que los sueños son siempre posibles, sin importar la dificultad de la vida.
Así, entre risas, colores y amor, Lucas forjó su destino, demostrando que a veces, el arte y la amistad pueden cambiar el mundo.
**Fin.**