Sombras entre aliados
Una mañana más despierta en Velkan, la ciudad más vigilada
A pesar del cielo despejado y el aire fresco, cada habitante siente el peso de la seguridad reforzada. Drones sin luces, soldados en las calles, sensores en cada rincón... y un silencio que se ha vuelto costumbre.
Los habitantes se esforzaban por mantener la rutina: abrir sus tiendas, preparar el desayuno, caminar por las calles principales... pero aun así, todos compartían la misma sensación: la seguridad era demasiado.
Todo era vigilancia. Todo era calma... pero una calma que parecía esconder algo.
En las zonas exteriores de la ciudad, Ryan se levanta con energía. La luz del sol apenas toca su rostro, pero su mirada arde con decisión. Se ajusta los guantes de entrenamiento, su cuerpo ya siente el calor de su elemento. Solo tiene una cosa en mente: entrenar, fortalecerse, y estar listo para cuando llegue la tarde.
-Hoy... hoy los veré de nuevo -murmura Ryan, con los ojos fijos en el horizonte-. Me pregunto si ellos también están listos...
Mientras tanto, Carlos, David, Sofía, Lilian y Moisés entrenan en otra zona, alejados del centro. Han acordado mantenerse juntos, prepararse sin distracciones. Cada uno comienza a mostrar un poco más de lo que son capaces.
Carlos se concentra en un campo de entrenamiento hecho de piedra y tierra seca. Cierra los ojos y con una exhalación profunda, su cuerpo se conecta con el suelo. Levanta una mano y, sin esfuerzo aparente, hace emerger columnas de piedra.
-Puedo sentir cada partícula bajo mis pies... La tierra responde como si estuviera viva -dice, mientras con un movimiento fluido de brazos, las columnas se convierten en una muralla sólida.
David, no muy lejos, lanza una ráfaga de fuego directo al aire. El calor ondula con violencia.
-¿Sigues jugando con piedras, Carlos? Mira esto -dice con una sonrisa. Su cuerpo envuelto en calor, gira en un impulso rápido y genera una onda explosiva de fuego en forma de anillo.
Sofía sonríe desde una estructura metálica más alta. Estira su brazo, y de su palma, una llama más azulada y densa se enciende. No es tan ruidosa como la de David, pero arde con una intensidad brutal.
-No siempre se trata de fuerza bruta... -dice bajando de un salto y dejando una estela de fuego a su paso.
Lilian, cerca de una zona abierta, concentra el aire en espirales invisibles. A su alrededor, hojas secas flotan como si bailaran. De pronto, las condensa en una pequeña esfera de presión y la libera con fuerza.
-El viento tiene más filo del que parece... -dice mientras sonríe y el viento vuelve a calmarse.
Moisés observa desde el borde de un lago artificial. Se agacha, toca el agua con la punta de los dedos y la hace subir como si obedeciera a su voluntad. El líquido danza entre sus manos hasta tomar la forma de una lanza que flota suspendida en el aire.
-Somos como un río: pacientes, pero imparables... -murmura, y la lanza se desintegra en gotas que caen lentamente.
Después de unos minutos, el grupo se reúne en el centro del área. El sudor en sus frentes no es de agotamiento, sino de emoción.
-¿Creen que Ryan venga hoy? -pregunta Lilian con curiosidad.
-Vendrá -responde Carlos-. Y lo enfrentaremos si es necesario.
-No es nuestro enemigo... -agrega Sofía.
-No todavía -completa David, mirando el cielo.
Muy temprano en la mañana, aún con la niebla cubriendo ligeramente las calles de Velkan, los comunicadores de los cinco jóvenes comienzan a vibrar.
Más tarde
Carlos fue el primero en escribir en el grupo:
-"¿Listos para entrenar? Hoy quiero probar algo nuevo con mi poder de tierra."
Sofía respondió casi al instante:
-"¡Estoy dentro! Me vendrá bien moverme un poco antes de la tensión del día."
David añadió:
-"No me iba a quedar dormido... quiero probar algo con la presión del agua."
Lilian, con un tono más calmado, escribió:
-"Nos vemos en el claro, necesito trabajar más el control del aire... ayer casi hago volar a Moisés por accidente."
Moisés simplemente reaccionó con una risa y dijo:
-"Y esta vez yo no pienso mojar a nadie, lo prometo."
En minutos, cada uno de ellos se levantó, se equiparon con lo necesario y partieron hacia el área de entrenamiento ubicada en las afueras de la ciudad, dispuestos a perfeccionar sus habilidades elementales.
Más tarde, cuando el sol ya se alzaba firme sobre Velkan, una formación ordenada se divisó a lo lejos en los cielos. Eran los líderes de Cresthaven y Remdirwn, acompañados por una nueva oleada de apoyo: cien robots de defensa, cada uno con un diseño más robusto y avanzado que los anteriores.
Los habitantes se reunieron en la plaza principal para recibirlos, aún con cierta incertidumbre en el rostro. Los líderes descendieron uno por uno, con gesto serio pero sereno.
Uno de los mayores de Cresthaven se adelantó:
-"Sabemos que los tiempos están oscuros, pero también sabemos que Velkan no está sola. Hemos venido con refuerzos... no solo máquinas más poderosas, sino también con la fuerza de nuestras palabras."
Le siguió una mayor de Redmire , con tono firme:
-"La unidad entre ciudades nunca fue tan importante como ahora. Y aunque la amenaza no tenga rostro todavía... la enfrentaremos juntos."
Los cien nuevos robots se desplegaron por la ciudad sin demoras. Su presencia era imponente, con blindajes oscuros y ojos luminosos que escaneaban sin cesar, listos para proteger.
La tarde llega a Velkan y con ella, el aire se torna denso, casi eléctrico. Las sombras del bosque se alargan como si susurraran secretos antiguos.
Ryan deja el río atrás. Sus pasos se vuelven más firmes mientras se adentra en la espesura del bosque. Cada rama que cruje bajo sus pies parece un eco que lo persigue. Se detiene por un momento. Su respiración se acelera.
-¿Otra vez esa sensación...? -murmura entre dientes, mientras gira lentamente.
Los árboles callan. Solo el viento entre las hojas le responde. De pronto, una sombra fugaz se cruza por su periferia. Ryan no lo duda.
-¡¿Quién anda ahí?! -grita, mientras su brazo se envuelve de fuego.
Con un movimiento veloz, lanza una llamarada contra un árbol cercano. La explosión de calor quiebra la corteza, el fuego se esparce por segundos antes de extinguirse con el viento. Nada... solo silencio.
-Estoy cansado de esto... ¡Muéstrate de una vez! -gruñe con rabia, pero nadie responde.
Mientras tanto, en el extremo opuesto del bosque...
Carlos, David, Sofía, Lilian y Moisés se mueven entre sombras, agachados, atentos, esquivando los sensores de los drones y el paso monótono de los robots patrullando.
-Eso fue demasiado fácil -susurra Moisés mientras observa cómo un dron pasa volando sin detectar su presencia.
-A veces la tecnología subestima a lo natural -responde Carlos con media sonrisa, tocando el suelo con una mano, sintiendo las vibraciones a su alrededor.
-Ya casi llegamos al borde del bosque -dice Sofía, mirando al frente con determinación.
Lilian se adelanta un poco, sus ojos atentos al movimiento de las hojas-. Algo se siente raro hoy... como si el bosque nos estuviera esperando.
David asiente, bajando un poco la voz-. No bajen la guardia. Aquí es donde todo puede cambiar.
Los cinco se detienen justo frente a la línea de árboles, sin saber que, a tan solo unos metros más adelante, alguien a quien creían perdido... está a punto de cruzarse en su camino.
Un estruendo sacudió el silencio del bosque.
Una explosión seca, poderosa, que hizo vibrar las ramas y espantó a las aves que descansaban entre los árboles.
Carlos se detuvo en seco, mirando hacia donde el humo comenzaba a levantarse entre la maleza.
-¿Escucharon eso? -preguntó, con la voz tensa.
-Sí... fue cerca -respondió David, mientras sus ojos se clavaban en la dirección del sonido.
-¿Y si es... él? -dijo Sofía, rompiendo el silencio que nadie se atrevía a nombrar.
Lilian apretó los puños. -No podemos asumir nada... pero tampoco podemos ignorarlo.
Moisés asintió, ya comenzando a correr entre los árboles. -Vamos, rápido. Si es Ryan... tenemos que verlo con nuestros propios ojos.
Sin decir más, los cinco aceleraron el paso, cruzando raíces y ramas, dejando atrás cualquier duda. Algo les decía que esa explosión no era cualquier cosa... y que tal vez, por fin, estaban a punto de encontrarlo.
Carlos, Lilian, Sofía, Moisés y David llegaron corriendo al lugar de la explosión. La tierra estaba agrietada y el humo aún danzaba entre los árboles. Al fondo, de pie, con el brazo envuelto en un rojo intenso como lava viva, estaba Ryan. Su mirada estaba perdida, su respiración agitada, y su silueta parecía más grande... más peligrosa.
-¡Es Ryan! -gritó Sofía, sin poder contener la emoción.
-¡Estás vivo! -añadió Lilian, con una mezcla de alivio y alegría.
-Sabía que lo encontraríamos -murmuró Moisés con una sonrisa.
-Ryan... hermano -dijo David con la voz quebrada-. ¡Por fin!
Carlos, sin decir una palabra,
corrió directo hacia él, con los ojos llenos de lágrimas. Estaba a unos pocos metros cuando una llamarada ardiente salió disparada del brazo de Ryan, impactándolo de lleno en el pecho. El golpe lo lanzó por los aires, haciendo que su cuerpo rodara por el suelo entre hojas y tierra, hasta chocar contra un tronco.
-¡Carlos! -gritaron todos al unísono, corriendo a socorrerlo.
Ryan dio un paso al frente, sus ojos encendidos por una mezcla de confusión, ira y poder inestable.
-¡¿Por qué me siguen?! ¡Yo... yo no necesito a nadie! ¡Ustedes me abandonaron!
-¡No es cierto! ¡Nunca te abandonamos! -le gritó Sofía, al borde de las lágrimas-. ¡Estuvimos buscándote todos estos meses!
-¡Ryan, reacciona! ¡Somos nosotros! -dijo David, levantando las manos.
Pero era inútil. Ryan ya no pensaba con claridad. El fuego de su brazo crepitaba como si tuviera vida propia, y su cuerpo comenzó a liberar energía en forma de chispas rojas. El suelo tembló.
Sin más palabras, se lanzó al ataque.
Moisés saltó hacia un lado esquivando una onda de calor, Lilian activó su campo de defensa justo a tiempo para detener una llamarada directa, y Sofía creó un escudo de luz que apenas logró contener la embestida. David tomó la delantera para detener a Ryan cuerpo a cuerpo, intentando reducirlo sin hacerle daño, pero el poder del brazo rojo lo empujó con una fuerza brutal.
Mientras cada uno lo buscaba y ayudaba a Carlos , Lilian, que se quedó atrás, dejó que Moisés lo resolviera con Ryan. Solo se quedó viendo.
Moisés se encontró con él y trató de hablar, pero Ryan no lo dejó, así que se enfrentó.
Moisés: -Aquí estás Ryan, parado en una roca.
Moisés: -¿Qué te pasa? ¿No estás consciente de lo que has hecho?
Ryan, al ver que Moisés venía hacia él caminando, bajó de la roca rápidamente y le lanzó tres golpes, que Moisés esquivó...
Moisés le dio un golpe en el estómago que hizo que Ryan cayera de rodillas, y luego le pegó una patada en el pecho, haciendo que Ryan saliera volando y se estrellara contra un árbol. El tronco se rompió y cayó encima de él, cubriendo por completo su cuerpo.
Lilian: -¡Moisés, cálmate! ¡No te pases tú también, recuerda que es nuestro amigo!
Moisés: -Lo sé, pero tampoco me voy a dejar golpear.
Lilian: -¡No! Me refiero a que te estás dejando llevar por la rabia. No luches como él... no pierdas el control.
Moisés, respirando agitado, bajó la guardia un momento, observando los restos del árbol.
Pero de pronto, entre los escombros, una gran llamarada explotó, lanzando pedazos de madera ardiente hacia todas partes.
Ryan salió de entre el humo, con el brazo rojo brillante y los ojos llenos de furia. Avanzó directamente hacia ellos.
Mientras el árbol comenzó a prenderse fuego y convertirse en carbón, de entre las llamas emergió Ryan, completamente envuelto en fuego, con la mirada llena de furia.
Moisés dio un paso al frente, protegiendo a Lilian, y le dijo con firmeza:
-¡Retrocede, Lilian!
Ryan, sin decir palabra, lanzó varias bolas de fuego con gran velocidad. Moisés reaccionó rápido, creando escudos de agua que chocaban contra las bolas de fuego y las desviaban, haciendo que se estrellaran contra los árboles a su alrededor.
Ryan continuaba atacando, cada vez con más furia, lanzando más y más fuego. Moisés comenzaba a respirar con dificultad, el sudor le corría por la frente, y sus escudos empezaban a temblar.
-¡No puedo resistir mucho más! -gritó entre dientes.
Las bolas de fuego seguían llegando una tras otra, y el calor a su alrededor se volvía insoportable. Algunos árboles cercanos ya comenzaban a arder por los rebotes de las llamas.
Lilian, al ver la situación, no pudo quedarse quieta. Gritó:
-¡Déjalo ya, Ryan! ¡Esto no eres tú!
Pero Ryan, cegado por la rabia, rugió y lanzó una gran llamarada directamente hacia ambos.
La llamarada se dirigió directamente hacia los dos. Moisés, al no poder resistir el impacto, salió volando por los aires. Mientras caía, un pensamiento lo sacudió con fuerza:
-¡Lilian! -pensó, aterrado, creyendo que la llamarada la había alcanzado.
Lleno de rabia, se impulsó en el aire con fuerza y fue directo hacia Ryan. Mientras avanzaba, el intenso calor a su alrededor comenzó a activar su defensa natural. Su brazo y parte del cuerpo se cubrieron de hielo cristalino, formando una armadura protectora contra el fuego.
Con ese impulso, Moisés alcanzó a Ryan y le lanzó un poderoso golpe, que lo hizo volar aún más lejos, rompiendo árboles a su paso.
Sin perder tiempo, Moisés se dio vuelta con desesperación en los ojos, buscando a Lilian entre el humo y los restos del incendio.
Moisés se da vuelta desesperado para buscar a Lilian.
-¡Lilian! -grita.
-¡Aquí estoy! -responde ella desde arriba-. No te preocupes, estoy bien.
Moisés la mira sorprendido.
-No sabía que volabas...
-Sí, pero aún no lo domino del todo -dice bajando lentamente.
Mientras tanto, Ryan, cubierto de heridas y agotado, se levanta a duras penas. Piensa para sí mismo que aún no podrá contra ellos... y decide retirarse.
Moisés corre hacia donde cayó Ryan, pero ya no lo encuentra. Solo queda un rastro de fuego y destrucción.
Lilian aterriza a su lado, y ambos se quedan pensando qué hacer ahora.
En ese momento, llegan Carlos, Sofía y David, alertados por el sonido de la pelea y las explosiones. Miran a su alrededor, preocupados.
-¿Dónde está Ryan? -pregunta Sofía.
-Ya se retiró -responde Moisés, con la mirada seria.
Todos se quedan en silencio, sabiendo que esto apenas comienza...
En algún rincón del bosque, de regreso al río...
Ryan, con el cuerpo herido y aún caliente por la furia del combate, cae de rodillas junto al río. Su respiración es agitada, y su brazo arde con un resplandor rojizo. Al sumergir las manos en el agua, siente cómo el líquido recorre su piel... y por primera vez, en vez de doler, sana.
Observa en silencio cómo las pequeñas heridas comienzan a cerrarse, cómo su cuerpo reacciona, como si el agua y el fuego dentro de él estuvieran conectados. Sin entender cómo es posible, duda...
-¿Qué soy ahora? -susurra, mirando su reflejo distorsionado, mientras su cuerpo vuelve a encenderse en llamas suaves. Aun confundido, se siente más fuerte... pero también más solo.
Mientras tanto, en el camino de regreso a Velkan...
Carlos, Lilian, Sofía, Moisés y David caminan en silencio por los senderos nocturnos. Sus cuerpos están agotados, marcados por la batalla, pero algo más pesa sobre ellos. Carlos, a diferencia de los demás, permanece cabizbajo, callado...
No era solo el golpe que lo había lanzado contra el suelo. Lo que más dolía era el rechazo. Había corrido con esperanza, había creído que Ryan los recordaría... pero lo único que recibió fue una llamarada.
Lilian lo mira de reojo, preocupada, pero no dice nada. Sabe que no es el momento. Quizás, más adelante, cuando el silencio ya no duela tanto.
La noche ya cubre toda Velkan. Los padres de Ryan, sentados en la oscuridad de su sala, aún guardan la última foto de su hijo. La luz de una vela apenas ilumina sus rostros.
-Volverá... yo lo sé -dice su madre con la voz quebrada.
Su padre asiente en silencio. Pero en su interior, algo le dice que el niño que criaron... ya no es el mismo.
Ya entrada la noche...
Ryan ha vuelto al viejo laboratorio olvidado, aquel escondite entre ruinas y silencio que ahora considera su único refugio. Se recuesta en el mismo rincón donde días atrás despertó confundido... esta vez, agotado y herido. Sus ojos arden, pero su mente no descansa. La rabia, la duda y el extraño poder que recorre su cuerpo lo mantienen despierto, incluso en medio de la oscuridad.
Mientras tanto, en el corazón de Velkan, tres figuras ya se deslizan entre sombras y estructuras: Karla, Stiven y Clarence han llegado.
Sus rostros serios y decididos anuncian que no vienen a descansar. Esta noche, comienzan las verdaderas revisiones.
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