Al abrir los ojos lo supe de inmediato: aquello no era el mundo que una vez conocí. Nada de lo que me rodeaba resultaba familiar. El cielo tenía un tono extraño, y el aire ... el aire olía diferente. Como si perteneciera a otro tiempo.
Intente incorporarme, pero mis piernas no respondían. Un escalofrío me recorrió la espalda. Estaba inmóvil.
Ante mí una joven -una doncella vestida con ropas de combate- gritaba desesperada. Su rostro no expresaba más que furia hacia mi persona, varios estudiantes la sujetaban con fuerza mientras ella forcejeaba como si quisiera lanzarse sobre mí, y arrancarme la cabeza.
Quise preguntar qué estaba pasando, pero no pude. Mi voz no salía. Abrí la boca, pero no hubo sonido. Tampoco escuchaba nada. Las voces, los gritos, todo parecía ahogado tras un muro invisible.
Después del escándalo en el aula unos guardias me tomaron sin decir palabra y me arrastraron - literalmente- por los pasillos de lo que parecía ser una enorme academia. No sabía a dónde me llevaban hasta que se detuvieron frente a una puerta con una placa dorada. En ella se leía, con letras grabadas en oro:
"Max Hunter Reid"
Ese era mi nuevo nombre.
Me arrojaron dentro de la habitación como si fuera basura. Al poco tiempo, alguien deslizó una carta por debajo de la puerta. La abrí, aún confundido por todo lo que estaba ocurriendo, y comencé a leer.
"Max Hunter, miembro mayor de la familia Reid.
Tras múltiples quejas de acoso sexual por parte de las estudiantes, se ha realizado una junta disciplinaria. Como resultado, se ha decidido tu expulsión inmediata de los dormitorios. Buena suerte"
- ¿Que carajos? maldito deseo de mierda- fue lo único que pude decir.
Esta no era la recompensa que esperaba. ¡¿Me reencarno para terminar como un pervertido de clase alta expulsado por acoso?!
- ¡Maldito sistema! Te debí golpear más fuerte cuando tuve la oportunidad.
Como si el universo se deleitara en burlarse de mí, otra carta llegó segundos después.
Esta vez, el sobre era más grueso, con el escudo de armas de la familia Reid en relieve. Con el ceño fruncido, lo abrí.
"Max Hunter Reid, por haber manchado el honor de la familia Reid y convertirnos en objeto de burla, se ha decidido cortar de inmediato todo apoyo económico y social que se te otorgaba como miembro de la familia. Patriarca Reid".
En letras pequeñas casi como un susurro pude leer que decía de te quiere papa y como si de una adolescente se tratara había un dibujo chibi de el al final de la carta.
Me deje caer en la cama más suave que había probado en mi vida con las cartas aún en la mano, sin saber si reír, llorar o maldecir al que me concedió el deseo.
Así comenzaba mi vida ... como un exiliado noble con reputación de degenerado.