Capítulo 5 Replicadores Humanos
Galaxia Lyda, borde exterior (galaxia Asgard)
Una nave de diseño de punta de flecha estriado, de
trescientos metros de largo, salió del hiperespacio, giró y levantó sus
escudos. En su oscura superficie podían verse quemaduras de plasma, lo que
indicaba que había estado en alguna escaramuza reciente. Unos segundos después
de girar, cinco naves similares aparecieron del hiperespacio, dos de las cuales
recibieron el fuego de la primera nave y fueron destruidas al no tener tiempo
de activar sus escudos. Las otras tres naves activaron sus escudos y la batalla
comenzó.
La primera nave era rápida y sus impactos de plasma en los
escudos de las otras tres naves parecían tener más fuerza que los de sus
contrincantes. Además, su velocidad y maniobrabilidad eran superiores. Sin
embargo, esta superioridad se vio superada por el número de sus perseguidores,
y después de diez minutos de batalla, la situación era crítica para la nave
fugitiva.
Dentro de la nave fugitiva, cientos de replicadores se
amontonaban sobre su principal fuente de energía, aumentando su eficiencia al
doble, lo que mejoraba sus escudos y daba un mayor impulso a su velocidad y
maniobrabilidad. Sin embargo, el interior de la nave apenas lograba mantenerse.
Los disparos que habían atravesado los escudos en una batalla
inicial de diez contra uno habían destruido una parte importante de los
sistemas principales de la nave. Esta solo seguía en pie gracias a la capacidad
de los replicadores de tomar el lugar de circuitos y piezas dañadas en el
momento. Pero esta acción les había privado de grandes recursos, y su opción de
enviar dardos de replicadores para infectar a las naves atacantes estaba
descartada.
Con los escudos colapsando y los disparos de plasma
filtrándose por los escudos, los replicadores se preparaban para destruir la
nave. Se acercaron a las naves atacantes para que los fragmentos de esta, que
contenían bloques replicantes, quizás traspasaran los escudos enemigos,
llevando a los replicadores a sus naves.
Era una táctica con ínfimas posibilidades de éxito, pero los
replicadores eran criaturas sin autoconciencia, incapaces de sentir miedo y
programados con una sola orden suprema que debía estar por encima de todo lo
demás: replicarse a cualquier costo y bajo cualquier circunstancia. Ellos
priorizaban los números, y por eso no recurrían al autoexterminio, pero en una
situación en la que su orden principal estaba por ser anulada a la fuerza,
recurrieron a su última opción.
Los replicadores que gobernaban la nave desde el puente ya se
preparaban para ejecutar el plan, acercándose a las naves perseguidoras, cuando
uno de ellos que se encargaba de los sistemas de comunicación, bloqueando todas
las señales en un año luz de distancia, vio interrumpida su labor cuando su
campo de interferencias fue interceptado y decodificado en menos de un segundo.
El replicador no hizo nada para contrarrestar la invasión,
porque el perpetrador estaba enviando una señal subespacial que era un patrón
de identificación replicador. El replicador bajó todas las protecciones de
comunicación. Los replicadores nunca se habían encontrado con una especie que
no les atacara, y cuando iniciaban una batalla, aprendían a bloquear todas las
comunicaciones para que sus agresores no pidieran ayuda.
Ahora, el replicador retiró todas esas protecciones y abrió
un canal de comunicación a toda la nave. La señal entrante se expandió, y los
replicadores de la nave formaron una mente colmena con la señal entrante. Al
ver la situación, y sin perder un milisegundo, transmitieron un gran volumen de
información.
Un segundo después, los replicadores por toda la nave
adoptaron diferentes configuraciones, y apenas diez segundos después, la
cantidad de energía proporcionada a los motores de la nave aumentó en decenas
de veces, los escudos se restablecieron y las armas dispararon con diez veces
su potencia original, causando estragos en los escudos enemigos, que en un
minuto ya habían caído.
Ese no fue el final. La señal seguía transmitiendo
información, y los replicadores no habían dejado de hacer mejoras. Para cuando
cayeron los escudos de las naves atacantes, cientos de replicadores fueron
transportados a ellas, sorprendiendo a sus desprevenidos tripulantes, que nunca
habían visto la tecnología de transporte de materia en energía.
Los replicadores avanzaron y veinte minutos después, la
batalla había terminado y las cuatro naves fueron repotenciadas para unirse a
otra batalla, liderada por los replicadores que enviaban la señal, en contra de
una especie conocida como Asgard, que poseía tecnología avanzada, capaz de
acelerar el cumplimiento de la orden suprema de los replicadores, replicarse…
El replicador que coordinaba los esfuerzos entre la señal
replicadora aliada y los replicadores de la nave, vio cómo todo desaparecía a
su alrededor, y su programación le indicaba que había estado sumergido en una
simulación, por lo que adoptó un protocolo de emergencia…
—Caballo de Troya destruido, información asegurada y cargada.
Comenzando las modificaciones al hiperpropulsor y creando copias de seguridad.
Copias de seguridad establecidas. Una hora para finalizar sondas y desplegarlas
en diferentes direcciones en caso de intersección enemiga. Posibilidades de ser
interceptado menores del 0,0001%.
El replicador con forma humana terminó de leer el informe en
cuestión de nanosegundos. Sus capacidades mentales e inteligencia habían sido
mejoradas miles de veces gracias a la creación de una red neuronal biológica
formada por bionanitos.
Los replicadores del modelo humano ya no tenían que
preocuparse por el espacio de memoria o la inteligencia insuficiente para
igualar a las criaturas orgánicas. El Ser Supremo había eliminado esas
debilidades de sus cuerpos físicos.
El Ser Supremo también había mejorado su percepción del
mundo, enlazando sus mentes y convirtiéndolas en una mente colmena que se unía
a él mediante los bionanitos, que eran una extensión de la mente del Ser
Supremo, pero que podían funcionar de forma independiente cuando las distancias
eran demasiado grandes para establecer una conexión en tiempo real.
Replicador 01 fue el segundo replicador supremo que el Ser
Supremo había creado, después de la replicadora prototipo, la replicadora 00. A
él, el Ser Supremo le había encomendado la misión de llevar a un grupo de
replicadores a la galaxia de la especie conocida como Asgard y obtener toda la
información sobre su tecnología.
Esto, por lo general, sería una declaración de guerra, pero
el Ser Supremo le había brindado información sobre la situación actual de la
galaxia que visitaría y el replicador 01 concluyó que las acciones bélicas no
serían necesarias, y que una táctica furtiva tendría casi un cien por ciento de
posibilidades de éxito, por lo que creó a un replicador con una programación
que imitara a la de los replicadores de la galaxia Asgard.
Para evitar cabos sueltos y preguntas sobre por qué la
programación secundaria del individuo difería de la versión local, se
estableció un trasfondo de otra galaxia, ya que los replicadores solían ajustar
su programación a las condiciones del medio ambiente. Lo único que no cambiaba
era su orden principal de replicarse bajo cualquier circunstancia.
Esta orden suprema solo podía ser cambiada por replicadores
con inteligencia como el replicador 01, quien, como ser de inteligencia,
autoconciencia y con sentimientos propios, podía alterar su programación a
voluntad e incluso remover la orden principal de obedecer al Ser Supremo. Pero
bajo ninguna circunstancia, el replicador 01 haría algo así.
El Ser Supremo les había advertido que el día en que dejaran
de servirlo, también sería el día en que perderían todas las cosas que él les
había dado, incluyendo lo más valioso para 01: su cerebro de bionanitos.
Sin el cerebro de bionanitos, sus capacidades intelectuales,
de almacenamiento y procesamiento de información, disminuirían en miles de
veces, convirtiéndolo en un replicador de forma humana común, igual a los que
el Ser Supremo destruyó en la galaxia Pegasus.
A juicio de 01, esos replicadores no podían entrar en la
categoría de inteligentes. Lo más acertado sería decir que eran una simulación
de inteligencia, incapaces de avanzar o crecer, obsesionados con sus pequeños
rencores.
01 sintió escalofríos por todo su cuerpo, lo que puso una
sonrisa en su rostro. La capacidad de sentir era su segundo regalo más
apreciado. En su cuerpo de nanitos estaban mezclados bionanitos que formaban un
sistema nervioso, y este le daba la capacidad de sentir, lo que era muy
apreciado por él. Incluso el dolor le era grato, aunque solo desde un punto de
vista intelectual. Él no era un fetichista. Por último, estaba todo el
conocimiento que el Ser Supremo compartía con ellos, y solo con ellos, sin restricción
alguna.
Si el replicador 01 perdiera alguno de estos tres regalos,
sería una tragedia para él. Si los perdiera todos, sería una calamidad
insuperable. Él prefería suicidarse antes de convertirse en una patética
imitación de vida como sus contrapartes asurans.
Después de reflexionar durante un segundo, 01 miró a su
alrededor en el pequeño puente de dos por dos metros. Los replicadores insectos
trabajaban incansablemente para cumplir las órdenes de 01, moviéndose por los
tableros de control y transmitiendo instrucciones para la modificación del
hiperpropulsor y la construcción de las sondas, mientras la bionave que aún
estaba en periodo de crecimiento usaba al máximo sus capacidades de sigilo para
pasar desapercibida en un territorio hostil.
A 01 solo le preocupaban los Asgard, ya que si se encontraba
con una nave controlada por los replicadores, sus capacidades eran suficientes
para fundir todas sus bases de datos con una sobrecarga de información, lo que
equivalía a un ataque mental para un ser biológico. Por eso, siempre que no se
viera acosado por millones de replicadores insectos, él no tendría cuidado de
ellos y no le preocuparían.
01 se recostó en su asiento de mando y usó una proyección
holográfica Asgard delante de él. Era una proyección de sí mismo que se veía
igual que él en ese momento: un joven de veinte años con piel pálida, cabello
plateado corto, rostro triangular invertido, ojos color verde agua y ropa al
estilo Alteran, con pantalones sencillos y una camisa que era una mezcla entre
camisa y chaleco, cerrada con un cierre magnético.
01 no llevaba ningún artefacto protector porque no lo
necesitaba, su cuerpo funcionaba con una fuente de energía basada en el
Proyecto Arturo y los nanitos que lo formaban podían adoptar varias
configuraciones para escudos, sigilo o ataque. Pero estas configuraciones no
eran su actual interés. 01 tenía un pasatiempo diferente, y ese pasatiempo era
modificar su apariencia física para verse más guapo.
En su última sesión de belleza, 01 había decidido cambiar el
color de sus ojos a verde porque consideraba que se veían mejor con su cabello
blanco algodón. Eso había aumentado su atractivo en al menos un cinco por
ciento, pero 00 todavía lo rechazaba.
01 no lograba comprender su rechazo a sus intentos de
entablar una relación romántica. En cuanto a su físico, 01 se calificaría a sí
mismo como de apariencia divina. Su inteligencia era suprema y sus capacidades
casi ilimitadas. Él era un dios viviente, el replicador supremo, el modelo
perfecto, pero ella lo rechazaba a pesar de sus constantes mejoras a sí mismo.
01 ya estaba cansado. Un día de estos, iría a cortejar a 05.
Ella ya estaba interesada en 03, pero el tipo era indiferente y no le prestaba
atención, por lo que 05 parecía estar frustrada. Quizás podrían hablar de eso.
…
Korr estaba revisando informes sobre la Tierra y planeando
inversiones en empresas de videojuegos que una vez jugó cuando era joven en su
antigua vida y que quería mejorar antes de que salieran al mercado. Mientras él
revisaba los detalles sobre la producción de Soul Reaver, su mente se conectó
con la bionave que envió a la galaxia Asgard y con el replicador encargado de
la misión, que al sentirlo, reportó el éxito de la misión y transmitió toda la
información obtenida. En la información estaban la mayoría de las tecnologías
que él esperaba.
La tecnología de transporte Asgard, la mejora de los
hiperpropulsores y armas, nuevas y potentes aleaciones metálicas, tecnología de
almacenamiento de materia en energía, tecnología de transferencia de mente y
conciencia, entre otras, pero la tecnología de manipulación temporal no
figuraba por ningún lado. En este momento de la historia, los Asgard no la
habían empleado contra los replicadores, y estos no la habían copiado.
Korr disponía de la tecnología de tiempo de los Alteran,
desarrollada por Janus, que era mil veces más avanzada e incluso permitía
viajar al pasado, pero no era algo práctico que pudiera usar para aumentar la
producción de naves y fabricar un millón de naves en un segundo, acelerando el
tiempo en un determinado lugar. Pero no importaba, crear naves no era la única
forma de desarrollar su flota.
Korr contactó con un replicador que estaba en la Leviatán y
le asignó una investigación mientras ordenaba aplicar las mejoras tecnológicas
Asgard a la Leviatán, y volvía a revisar los informes sobre la Tierra, que era
el centro de la historia Stargate, y él planeaba usarlos para resolver los
asuntos de la Vía Láctea mientras se dedicaba a la trascendental misión de
comprar todos los juegos que alguna vez le gustaron, mejorar todas las partes
que no le habían gustado y luego volverlos a jugar.
En su antigua vida lo acusarían de ser un vago y un flojo,
pero aquí era un dios, y a quien se pusiera a decir tonterías, lo enviaría a
hacerle compañía a los Wraith, a los Alteran y a los Goa’uld que dormían en la
bodega de carga de la Leviatán.
Korr podía explorar todos los mundos que estaban registrados
en la base de datos del SGC en busca de tecnologías similares a las que el SG1
encontraría en sus viajes, pero esto podría ser contraproducente, porque entre
esas direcciones se encontraban los Tollan, los Nox e incluso los Asgard.
Además, las tecnologías que él buscaba no se encontrarían solo explorando
mundos, como por ejemplo, la tecnología de los brazaletes Atanik. En cuanto a
la tecnología de cambio de fase Tollan, la obtendría con facilidad cuando el
SG1 los trajera a su base.
Korr también había pensado en Anubis, quien era un ladrón de
tecnología como él, y si interfería con los demás Goa’uld, Anubis no daría la
cara y sus conocimientos tecnológicos nunca caerían en sus manos. Eso sería una
tragedia porque Anubis tenía grandes conocimientos como Ascendido.
Por otro lado, los humanos de la Tierra tenían una utilidad
para él, y era que ellos serían los encargados de controlar el caos en la
galaxia. Korr era consciente de que del caos surgían las mayores amenazas y una
vez que construyera su imperio, tendría que lidiar con esas amenazas. Pero si
los humanos estaban allí para encargarse de esas amenazas por él y de controlar
el caos, él viviría una vida sin preocupaciones, como debía ser.
Korr leyó los informes que llegaban del Comando Stargate a
través de la red telepática que había instalado, y que en unos años cubriría
toda la galaxia, ya que cada día crecía con el añadido de nuevos satélites. Su
objetivo final era tener un satélite en cada planeta que tuviera un Stargate.
En el SGC, en los últimos veinte días, habían resuelto el
problema del militar amotinado haciendo uso de las pistolas zat para poner fin
a su acto de amotinamiento y luego lo enviaron a un psiquiátrico.
El coronel O’Neill se había encontrado con su clon de
cristal. Korr envió una sonda a la dirección explorada, pero la tecnología
estaba por detrás de lo que ya poseía y no le interesaba. Aun así, él seguiría
vigilando porque aún quedaban muchas tecnologías OP que sería difícil de
conseguir si no seguía las misiones del SG1.
Korr ya hacía un gran esfuerzo con su red de satélites, pero
sin una dirección específica, solo podía buscar cosas al azar. El único avance
que había tenido con los satélites era que tal vez había descubierto una pista
sobre Egeria, la reina Tok’ra.
Korr había puesto a 06 en esto porque a través de ella, podía
asegurar un tratado con los Tok’ra y evitar que vinieran a molestarlo. La otra
opción era mandarlos a la bodega de carga, de todos modos solo eran unos pocos.
Korr pensó en la historia. Si todo iba según la serie, el SG1
pronto se encontraría con los Nox. Korr no creía que obtuvieran ninguna
tecnología de ellos, pero quería burlarse de esos abraza-árboles, desmontando
su puesta en escena y sus tonterías de superioridad moral. Korr comenzó a
escribir.
Korr escribió un informe detallado sobre los Nox, incluyendo
información sobre sus habilidades, tecnología, costumbres y cultura. Él dejó
instrucciones para que el informe fuera liberado cuando se aprobara la misión
al planeta de los Nox.
…
Después de terminar con todo lo relacionado con la Tierra,
Korr se transportó a su planeta y convocó a sus jaffas para iniciar sus planes
de conquista contra su antiguo jefe Mot. Mot lo había despedido y declarado
muerto, contratando a otro en su lugar, lo que casi mató a su primado y provocó
la muerte de decenas de sus sirvientes. Korr no conocía a los muertos, pero
eran su gente y les debía una retribución.
…
En otro lugar, 00 se miró en la cápsula de animación
suspendida de un ingeniero Wraith y observó su apariencia juvenil con cabello
azul y ojos de iris rojos, que había sido diseñada por su creador. A diferencia
de los otros seis replicadores superiores, 00 no había cambiado su apariencia…
00 recibió una gran cantidad de información sobre
actualizaciones tecnológicas y una orden de investigación sobre un nuevo
sistema de armas. El Creador quería que desarrollara un sistema que
deshabilitara las naves Ha’tak enemigas sin causar daños físicos a sus
estructuras y el menor daño posible a sus sistemas. A 00 no le preocupaba, ya
que tenía varias ideas sobre cómo hacerlo. Lo que la preocupaba era la posible
vuelta de su acosador narcisista después de una misión exitosa de la galaxia
Asgard.
00 se tensó cuando 01 se unió a la mente colmena que
compartían con su creador.
—00, ¡he vuelto! —dijo 01 con tono triunfante.
00 había estado rogando a los dioses para que los Asgard
descubrieran a 01 y lo mataran, pero era probable que su creador activara una
copia suya. A 00 no le importaba, ya que tenía un plan para cambiar su
programación y agregar un comando que lo librara de esa molestia, cambiando su
sexo.
00 sabía que 01 pasaría de ser un acosador narcisista a ser
una acosadora narcisista, pero eso no le preocupaba, ya que acosaría hombres y
no sería asunto suyo.
—¿Necesitas algo? —respondió 00 con tono aburrido. 01 le
preguntó si le gustaría que cambiara su color de cabello a rojo intenso, ya que
pensaba que realzaría más sus ojos verdes que el blanco algodón. 00 se masajeó
las sienes.
—01, ¿tienes algún asunto importante que debamos discutir? —preguntó
00 con fastidio.
—¿Podemos hablar de nuestra relación? —preguntó 01.
—No tenemos ninguna relación —replicó 00 con molestia.
—Creo que es cuestión de interpretación —dijo 01 y apareció
frente a 00 usando una proyección holográfica, una mejora tecnológica asgard
que era fácil de implementar y apenas un minuto después ya estaba disponible—. Mira,
esta es parte de la tecnología que he obtenido y mejorado, una proyección de
luz dura. Es como estar aquí. Si quieres, puedes tocarme —ofreció 01.
—Sin duda una valiosa tecnología —dijo 00 con sarcasmo. 01
sonrió.
—El Ser Supremo estará feliz con esta tecnología —dijo 01.
00 estaba de acuerdo con eso. Su creador usaría esta
tecnología para hacer juegos, pero 00 no consideraba que eso fuera importante.
Ella se dio media vuelta y observó la cápsula donde estaba el Wraith en
animación suspendida.
—01, he descubierto algo interesante. ¿Quieres saber sobre
ello? —preguntó 00 con indiferencia. 01 se apresuró a asentir, y 00 señaló la
inmensa bodega dedicada a cápsulas de animación suspendida, que ocupaba
kilómetros de espacio en el sexto piso de la pirámide central.
—01, hace unos días, nuestro creador habló con otros goa’uld,
antiguos señores del sistema que una vez gobernaron la Tierra. Él les propuso
servirlo, pero su ego era demasiado grande, y terminaron en esta bodega —explicó
00, y 01 asintió—. 01, he descubierto un patrón, y es que a nuestro creador no
le gusta matar, y cada vez que se encuentra con criaturas molestas que no puede
dejar en libertad, pero que no quiere matar, estas terminan en esta bodega.
01 observó la inmensa bodega, que aún tenía cientos de miles
de lugares vacíos.
—Parece que él ha hecho bastante espacio —comentó 01
frunciendo el ceño.
—Sí, parece que nuestro creador no quiere quedarse sin un
lugar para meter a los que importunan sus planes. De hecho, he estado pensando
en algo. ¿Quieres saber qué es? —preguntó 00, y 01 se apresuró a asentir.
—Bueno, si de verdad quieres saberlo, ven aquí en persona
cuando llegues a la Leviatán —dijo 00 con un leve tono insinuante y cortó las
comunicaciones en el lugar, haciendo que el holograma de 01 desapareciera.
…
Korr observó desde su nuevo trono en el planeta, cómo los
últimos jaffas ocupaban sus lugares en la inmensa sala del trono de pisos
pulidos y paredes de roca con un estilo egipcio, iluminado por antorchas de
fuego falso. En realidad, la luz que iluminaba el lugar se originaba en un
complejo sistema que no dejaba rastros de su presencia.
La sala del trono ya no era el puente de su antigua nave
Ha’tak, sino que era parte de un inmenso palacio construido por 05 y 06 para el
disfrute de Korr.
El palacio parecía una construcción de una era pasada, pero
al igual que las bionaves, ocultaba tecnología de punta detrás de cada una de
sus paredes para proveerlos de las comodidades modernas, como aire
acondicionado, sistemas de drenaje y circulación de agua, calentadores de agua,
televisión, internet, aguas termales, inmensas cocinas, piscinas, salas de
baile con sistemas de sonidos completos, salas de cine y salas de computadoras
y juegos.
Los lujos de este palacio eran muchos, pero aún no estaban
completos porque faltaban los sirvientes. Korr ya tenía todo preparado para
reclutarlos en cuanto encontrara gente con una apariencia decente. Él no quería
campesinos feos; él necesitaba sirvientes como los que tenía Ra. Los niños de
la película con su indumentaria egipcia se veían geniales, aunque su variedad
era poca. Él se conseguiría cientos de sirvientes, porque para él, el dinero
para mantenerlos no era un problema.
Para sus sirvientes personales, Korr pretendía seleccionar
niños de entre siete y diez años, algunas niñas rubias, otras morenas,
asiáticas. El niño de la trenza y la cabeza rapada también se veía muy bien en
la película. Por último, no podían faltar los adultos; en la película faltaron,
lo que hacía que la colección de Ra fuera incompleta. Para su colección de
sirvientes, Korr agregaría hombres y mujeres con cuerpos de dioses, con trajes
griegos y egipcios de la Edad Media…
—Mi dios, ya estamos todos reunidos —informó Jet, su primado
jaffa.
Korr observó a sus más de quinientos jaffas que se habían
arrodillado a diez metros de su trono, el cual estaba elevado a tres metros del
suelo al final de unas escaleras doradas de diez metros de ancho y veinte de
largo. Un estas escaleras día estarían ocupadas por su colección de sirvientes.
Los jaffas llevaban sus nuevas armaduras, pero en señal de respeto
hacia él, sus cascos estaban replegados y todos ellos le mostraban sus rostros.
Esta sería la primera de muchas batallas que enfrentarían, porque si bien Korr
no pensaba empezar una guerra de conquistas, los goa’uld no eran gente
pacífica, y Korr era alguien que bajo ningún concepto agacharía la cabeza para
ser pateado.
Al primer señor del sistema que viniera a exigirle
servidumbre, lo metería en su bodega de carga y se quedaría con su territorio. Él
no se había pasado dos meses trabajando duro para jugar al lobo con piel de
oveja. Al que viniera a buscar problemas, Korr le mostraría su error, y estos
jaffas eran su ejército, por lo que tendrían que luchar sus batallas. Por eso,
Korr los había equipado con buenas armas y aún mejores armaduras que incluían
un escudo alteran.
El escudo alteran que Korr les había dado no era tan
resistente como el escudo personal goa’uld porque, debido a su configuración
que permitía el movimiento, gastaba más energía, y el naquadriah no era
apropiado para un uso personal.
Korr tampoco usaría fuentes de energía subespacial porque no
dejaría su tecnología más avanzada regada por allí para que alguien como Anubis
viniera a robarla. Aun así, los escudos de estos jaffas podían aguantar un par
de disparos de un cañón de plasma goa’uld, como los que llevaban los
planeadores de la muerte o los que usaban los goa’uld como cañones de
artillería, y muchas ráfagas de los bastones de mano.
Esto debía ser así porque los jaffas enemigos serían más en
número, y los suyos necesitaban esa ventaja para superarlos. En segundo lugar,
él debía dejar claro en la batalla que él era el más poderoso para que sus
enemigos goa’uld y jaffas capturados no dudaran en obedecerle.
Después de observar a sus jaffas durante un minuto, y estar
satisfecho con sus armaduras y apariencias, Korr asintió haciendo brillar sus
ojos para demostrar que estaba conforme. Él habló a sus tropas, usando su voz
de goa’uld.
—Mis guerreros jaffas, les he reunido en este lugar porque
esta mañana da comienzo a nuestra campaña de represalias sobre aquellos que
intentaron robar mis territorios —sentenció Korr, y los jaffas llevaron sus
manos al pecho—. Esta campaña de conquista será liderada por uno de mis
enviados —dijo Korr, y una mujer alta de 1,80m, con cabellos rubios hasta su
cintura, que llevaba un vestido de falda larga ajustado en su torso, con un
escote medio, de color beige y dorado, de diseño moderno, apareció ante ellos.
—Ella es una de mis siete enviados y generales estratégicos,
en cualquier conflicto que surja en el futuro. Será ella quien establezca la
estrategia a seguir en este conflicto, atendiendo a nuestros objetivos
principales y cuestiones morales y éticas. Su nombre es 05, y sus órdenes son las
mías —explicó Korr e hizo un ademán con su mano derecha hacia 05, un replicador
mejorado con un cerebro orgánico, creado con bionanitos. Los jaffas saludaron
llevando sus manos al pecho.
—Saludos a todos. Confío en que han estado practicando todo
el conocimiento que les ha concedido nuestro Emperador. En las siguientes
batallas, nuestro objetivo principal es apoderarnos de las fuerzas y naves
enemigas, y así evitar tener que construirlas con nuestras propias manos, lo
que nos llevaría meses, quizás años.
»Pensando en esto, uno de los enviados de nuestro emperador
ya está trabajando en un arma que nos permitirá anular los escudos enemigos, y
nuestro Emperador nos facilitará el uso de tecnología de transporte para
realizar el abordaje en el menor tiempo posible, y que el enemigo no tenga
tiempo de ejecutar algún sabotaje y arruinar la captura de las naves.
»En cuanto a otros jaffas, su captura también es una
prioridad, porque el Emperador ha decretado que aquellos que quieran pueden
unirse a nuestras filas. Los que rechacen esta oportunidad serán dejados en un
planeta fuera de nuestro territorio sin sufrir ningún daño. Recuerden que los
jaffas que no sirven a nuestro Emperador no son más que esclavos, seres dignos
de lástima. No es honorable enfrentarse a enemigos tan lamentables —concluyó
05.
Al finalizar su discurso, 05 se retiró usando un
transportador asgard, llevándose a los jaffas consigo. Preparar las naves y
estrategias les tomaría una hora, por lo que Korr aún no se movió para
acompañarles en la batalla.
Korr dio un breve repaso a los informes que llegaban desde el
pueblo de antiguos esclavos, que estaban construyendo su propia ciudad bajo la
supervisión de su primer sirviente goa’uld, al que le construyó una pirámide
usando el rayo de transporte y desmaterialización Wraith, y le dio una nave
Ha’tak que utilizaba como palacio, advirtiéndole que su cabeza rodaría si se
atrevía a esclavizar a algún aldeano o a torturarlos.
El trabajo de Nerul en el pueblo era planificar la
construcción de una ciudad con estilo goa’uld que tuviera calles de piedra,
aceras, sistema de circulación de aguas blancas y negras, alumbrado público,
fuentes de agua, parques recreacionales, teatros, templos, plaza pública,
mercados, sitios de entretenimiento y demás.
El goa’uld también debía ocuparse de las cosechas e
implementar nuevos planes de cultivo para agregar variedad a la dieta de sus
siervos, jaffas y sus familias. Korr solo se enfocaba en las cosechas y no
quería criar animales, ya que él proveería al mercado con proteínas producidas
a través de tecnología avanzada. Esto le aseguraría un lugar importante en la
economía de su nueva ciudad.
Korr leyó los informes sobre el árbol sagrado, que medía 50
metros de altura y había sido plantado en medio de la ciudad humana de poco más
de 5000 habitantes.
El árbol era una mezcla de nanitos y bionanitos. Los aldeanos
enfermos ya habían sido curados y los cultivos estaban mostrando señales de un
desarrollo acelerado, sin plagas ni aves cerca. Como los aldeanos ya no tenían
que preocuparse por la seguridad de sus cosechas o la eliminación de maleza,
Nerul, el gobernador goa’uld, tenía muchas manos libres para construir la
ciudad.
La ciudad humana solo tenía veinte días de construcción y,
aunque estaba siendo construida por manos humanas, Nerul les proporcionaba
materiales y algunas herramientas avanzadas para sellar la roca o cargar los
bloques.
La ciudad solo había avanzado un 25% en veinte días, pero
contaba con electricidad, sistemas de agua, alumbrado, parques y fuentes. Korr
miraba todo porque en un futuro mudaría su palacio a otro planeta, al que
nombraría su capital y construiría su propia ciudad monumento. Él no tenía
problemas para mudarse gracias a la tecnología asgard.
Después de revisar los informes y compararlos con los suyos
propios, hechos por los replicadores, Korr volvió a la Leviatán para verificar
las especificaciones del nuevo hiperpropulsor y las modificaciones que se
estaban haciendo antes de la conquista de su antiguo jefe goa’uld, Mot. En ese
momento él recibió un mensaje de 00 que solicitaba comunicarse.
Korr se sentó en el trono del puente y abrió la comunicación.
00 apareció frente a él. Ella fue la única de los replicadores mejorados que
decidió conservar la apariencia que él le había dado, con cabello corto azul y
ojos rojos.
—Buenas tardes, 00 —saludó Korr.
—Buenas tardes, Creador —respondió 00 con tono formal.
—¿Qué es urgente? —preguntó Korr.
—Ha ocurrido un accidente en la bodega de animación
suspendida —informó 00.
—¿Qué tipo de accidente? —preguntó Korr, ya que todos los
sujetos de la bodega estaban dormidos y rara vez sucedía algo allí.
—01 y yo estábamos realizando algunas pruebas en las cápsulas
de animación suspendida para ver si podrían ajustarse a nuestro uso, cuando
sucedió algo y 01 quedó atrapado en la cápsula. Me temo que no podré sacarlo
hasta dentro de uno o dos años —explicó 00 con tono sereno.
Korr pensó que era extraño que estos dos estuvieran probando
cápsulas de hibernación, ya que los replicadores podían detener las funciones
de sus cuerpos sin necesidad de una cápsula de animación suspendida. Además, el
tiempo que 00 necesitaba para resolver el problema era demasiado largo.
—¿No es demasiado tiempo? ¿No puedes hacer nada para acelerar
el proceso? —preguntó Korr.
—Me temo que no. Si el Creador cree que soy lenta, puede
intentarlo por sí mismo —respondió 00 con un tono autoritario y firme.
Korr notó un tono extraño en su voz, quizás porque se molestó
por la insinuación de que no estaba haciendo su mejor esfuerzo. Además, en este
momento, 01 no era necesario y no importaba si se quedaba dormido por uno o dos
años. Korr negó con la cabeza.
—00, no tengas prisa. Ahora no necesitamos a 01. Él puede
tomarse estas vacaciones. Toma su bionave para ti. Como estará dormido, él puede
esperar a la última de ellas que se produzca —ordenó Korr—. ¿Necesitas algo
más? —preguntó.
—No, Creador. Tomaré la nave de 01 en este momento y cuidaré
de este planeta mientras acompañas a la flota —dijo 00, que desapareció.
No era necesario que ella se quedara vigilando el planeta, ya
que Korr ya había colocado satélites por todo el territorio de Olokun, que
incluía más de tres mil mundos habitables distribuidos entre treinta señores
medios como Mot y unos pocos cientos de señores menores, como él mismo. Los
planetas de Olokun eran solo quince, pero eran los más ricos en recursos, los
más poblados y los más productivos.
En cuanto a ocupar todo el territorio, había cientos de
planetas abandonados no porque no tuvieran recursos, sino porque los goa’uld
usaban la mano de obra esclava para extraerlos sin herramientas de minería
avanzada y solo extraían los recursos superficiales. Una vez agotados, migraban
a otro planeta. Las cantidades extraídas también eran mínimas porque Ra había
estado vigilando. Cualquiera que pretendiera crear naves o armas sin su permiso
estaría arriesgando su vida. Los señores del sistema desobedecían sus órdenes y
ocultaban astilleros y armas, pero ahora que Ra no estaba, era una carrera
armamentista, y Olokun estaba metido en ella, construyendo astilleros.
A Korr no le interesaba Olokun porque su objetivo en este
momento era Mot. Seguramente, Olokun vendría por él luego, pero de momento, a
Korr no le importaba.
En frente de su trono apareció un holograma con la flota
actual de Korr, compuesta por las dos Ha’tak de Jet, su primado, dos bionaves,
la de 01, (que ahora pertenecía a 00) y la de 05 que lideraría esta batalla y
que fue la segunda en salir de los astilleros de la Leviatán, dejando espacio
para la siguiente bionave.
Las bionaves de 00 y 05 tenían el mismo diseño que la
Leviatán, pero esta última tenía cinco kilómetros de largo, mientras que las
otras no pasaban de un kilómetro.
—Emperador, nuestra flota está en posición, y en este momento
partiremos hacia el planeta principal del Goa’uld Mot —informó 05, abriendo una
ventana de comunicación y apareciendo sentada en su propio trono. Una segunda
comunicación entró, y era de Jet.
—Mi dios, marchamos a la conquista en tu nombre, vela por
nuestras almas en la batalla —oro Jet. Korr asintió solemnemente, aunque no
planeaba dejar morir a nadie, ya que tenía muy pocos jaffas y los que cayeran
serían revividos.
—Primado, cumple con esta tarea y veré que de entre los
planetas de Mot, a los jaffas que me sirvan, les sea dado el planeta que
encuentren de su gusto. También construiré una ciudad para ustedes y sus
familias —ofreció Korr, porque no iba a dejar a los jaffas cerca de los humanos
comunes, eso podría jugar en su contra.
Jet llevó la mano a su pecho mientras estaba sentado en su
trono goa’uld del puente de una de sus naves Ha’tak, que a diferencia de las
Ha’tak comunes, tenía diez consolas de mando en lugar de dos o una como las
Ha’tak de los señores del sistema.
05 envió la ruta para llegar al planeta capital de Mot, que
tenía tres planetas para él, y Korr lideró el camino, ya que era el emperador,
y aunque su dignidad no le permitiría tomar parte en esta batalla contra una
sabandija como Mot, él debía estar presente para reclamar por los agravios
sufridos.
El territorio de Mot abarcaba su propio territorio, por lo
que no estaba lejos, apenas unos minutos de su propio planeta a la velocidad de
las naves de Jet, ya que con la velocidad actual de la Leviatán, él llegaría en
segundos, pues había integrado la tecnología asgard de hiperpropulsión y podía
cruzar esta galaxia en un par de minutos.
…
Al llegar al planeta capital de Mot, Korr se encontró con
cinco Ha’tak custodiando la órbita y una sobre una pirámide, donde sus
satélites espías le indicaban que estaba Mot en este momento.
Mientras la flota de Korr se acercaba a la flota Ha’tak en
órbita, la nave en la superficie empezó su despegue y un transporte con los
anillos goa’uld llevó a Mot hasta una de sus naves en órbita. Los escudos
goa’uld eran débiles en la atmósfera de los planetas y Mot no quería ser
víctima de un bombardeo, por lo que migró a una de sus Ha’tak en órbita y de
inmediato lo llamó. Korr abrió comunicación y lo saludó con un destello de sus
ojos.
Mot era un tipo que parecía un bruto, de piel oscura, cuerpo
entre musculoso y grasoso, y una indumentaria de las regiones africanas de la
Tierra. Este era el territorio de Olokun, y sus Goa’uld más cercanos se
ajustaban a su norma.
Por la cantidad desproporcionada de Ha’tak que tenía Mot, él
debía de ser uno de sus generales más cercanos. Korr también estaba seguro de
que al menos tres de esas Ha’tak habían pertenecido a Ra, porque Mot antes le
servía y al enterarse de su muerte, debió correr con ellas hacia Olokun.
Ra tenía vigiladas las Ha’tak y aunque Mot era un dios de
rango medio bajo su servicio directo, y era el encargado de velar por los
intereses de Ra en el borde de la galaxia, no había forma de que él gobernara
seis Ha’tak. A lo sumo tres, una suya y dos que serían de Ra y que al morir
este, serían fáciles de tomar.
En cuanto a las demás, era evidente que otro señor medio
había sufrido una emboscada por parte de Mot, pero esto era temporal. Ra
acababa de caer y los señores del sistema estaban demasiado ocupados robándose
todo, aún no volteaban a mirar a los señores medios. Además, Olokun no era
conocido por dejar amenazas en su territorio, de seguro estaba equipando su
propia flota y luego no dejaría más de tres Ha’tak en manos de Mot. Por lo
tanto, Korr había asaltado al ladrón en el momento preciso. Él podía hacer lo
mismo con otros goa’ulds, pero no tenía ninguna prisa, él dejaría que otros
acumularan tesoros y luego se robaría todo. Ese era el estilo goa’uld, trabajar
era para los humanos.
—Mot, veo que ya has adoptado la indumentaria de tu nuevo
dios —dijo Korr con desprecio, porque este tipo servía a Ra y su estilo actual
no era el de Ra.
—¿Quién eres? —preguntó Mot desde su trono goa’uld escoltado
por su primado y cinco jaffas.
—Soy Korr, y a partir de hoy, me servirás —sentenció Korr.
Mot cerró la comunicación y sus naves empezaron a disparar,
concentrando el fuego sobre la Leviatán cuyos escudos ni siquiera se vieron
reducidos. El fuego de las cinco naves de Mot era como el suave rocío sobre
ellos.
Lo que no fue un suave rocío fueron los disparos de las dos
Ha’tak de Jet sobre las naves de Mot, disparando sobre sus escudos usando el
arma creada por 00, que los replicadores ya habían instalado en las naves de
Jet. Para sus futuras Ha’tak, estas armas necesitarían al menos diez disparos
para sobrecargar los escudos de un Ha’tak goa’uld, pero las Ha’tak de Jet
contaban con una fuente de energía subespacial, y dos disparos bastaron para
sobrecargar los escudos de un Ha’tak y freír sus generadores, dejándola
expuesta.
05, cuya nave no participaba en la batalla, ordenó a cien
jaffas abordar la nave usando transportadores asgard. Jet no perdió tiempo y
cuando una nave cayó, fijó sus disparos en la siguiente. Para cuando la nave de
superficie había llegado a la órbita, las cinco Ha’tak estaban sin escudos y
apenas asomó, Jet fijó sus armas en ella y luego desapareció en un destello, lo
que significaba que también se había lanzado a invadir.
Mot, que estaba sin escudos, ya había notado que sus ataques
sobre la Leviatán no producían ningún resultado. Cuando los jaffas de Korr
llegaron al puente de Mot, este activó su escudo y envió a sus jaffas a
defenderlo. Pero los jaffas de Korr sacaron una granada aturdidora y los
dejaron fuera de combate. Mot no se vio afectado, pero sus jaffas no se
sorprendieron por ello, y como sus balas rebotaron, se lanzaron al cuerpo a
cuerpo, mientras Mot descubría sus escudos al tratar de usar un bastón en su
contra.
Korr observaba la batalla desde su puente. A pesar de que Mot
estaba recibiendo la paliza de su vida, sus jaffas no se habían rendido y
luchaban una batalla encarnizada en los Ha’tak. Los jaffas de Korr estaban
veces mejor armados, pero eran batallas de veinte a uno debido a los números de
los jaffas de Mot, y estos seguían llegando, usando los anillos de superficie
para moverse a los Ha’tak. Aunque era evidente que sus jaffas pronto se verían
superados, Korr solo miró las pantallas que mostraban las peleas en las Ha’tak
de Mot, porque al estar sus jaffas allí, los ojos de Korr también lo estaban.
La situación pronto se volvió insostenible en los Ha’tak de Mot
e incluso varios de sus jaffas se vieron aplastados bajo la carga física de un
montón de jaffas rivales que, al ver que los escudos repelían los disparos, se
lanzaban mano a mano. Mientras esto ocurría, un destello en su puente creó un
holograma que reveló a Mot sostenido del cuello por Jet, que le pateó las
rodillas y lo obligó a arrodillarse, luego materializó su fusil y se lo puso en
la cabeza, mientras Mot era impotente ante su fuerza y le habían golpeado
tanto, que tenía un brazo roto y le faltaban dientes.
—Ordena a tus jaffas que se rindan y acéptame como tu señor,
o muere —dijo Korr con indiferencia.
Mot escupió al suelo, y Jet disparó con lo cual cayó al
suelo. El holograma de Mot desapareció, y Jet saludó para desaparecer en otro
destello y volver a la batalla.
Esta era una típica bravata goa’uld. Mot no temía a la muerte
debido a la existencia del sarcófago. Un goa’uld tampoco mataría a otro de
forma definitiva. Incluso Egeria, la creadora de la tok’ra, fue encerrada por
Cronos. Para los goa’uld normales, el estándar era capturarlos, exigir su
rendición y si no se rendían, siempre estaba el sarcófago. Después de una
visita VIP a las salas de las «maravillas», eran reclutados como sirvientes.
No hacer una bravata sabiendo esto era de cobardes y podía
poner en riesgo las condiciones laborales futuras, ya que nadie quería a un
cobarde sirviendo en sus filas. Korr solo pudo poner los ojos en blanco.
…
Un minuto después, 05 proyectó un holograma de Mot siendo
ejecutado por Korr, y otra imagen suya ordenándoles rendirse y servirle, en
lugar de a su falso y débil dios.
La mayoría de los jaffas estaban asombrados por su aparición,
porque para ellos, estos hologramas eran el poder de un dios, y como Mot no los
usaba, estaba claro para ellos que Korr era un dios más poderoso, y con su
actual dios muerto, no sería ningún deshonor para ellos servir al conquistador.
Por lo tanto, se rindieron al instante, solo unas pocas docenas siguieron
luchando, guiados por el primado de Mot, pero cayeron en el momento en que los
jaffas de Korr quedaron libres para encargarse de ellos.
Los jaffas tenían reglas claras y no lucharían por un dios
caído, a menos que fueran el primado de este dios o su guardia personal, cuya
misión era matar a los asesinos de este luego de su muerte.
—Emperador, los Ha’tak enemigos y sus guerreros jaffas son
nuestros — informó 05. Korr asintió.
Así de fácil era capturar un territorio Goa’uld si se usaba
tecnología avanzada, y Korr lo sabía, por lo que su prioridad al llegar a este
mundo no fue hacer tonterías, sino robarlo todo. Ahora él podía hacer tonterías
sin ninguna preocupación.
—05, quiero un recuento de mi nuevo ejército de jaffas, y que
los replicadores se encarguen de actualizar estos Ha’tak y de sus reparaciones.
También entrega armas y armaduras a mis nuevos jaffas y que todos ellos lleven
mi marca —ordenó Korr—. No olvides arreglar a Mot y mandarlo a la bodega de
carga mientras pienso en un trabajo para él. También repara los cuerpos de los
jaffas caídos, no tenemos guerreros para desperdiciar —agregó. 05, que estaba
sentada en su trono supervisando toda la operación y dando las órdenes,
asintió.