¿Dónde estoy...?
La pregunta flotó en su mente con la ligereza de un pensamiento recién nacido. Kael Vesper abrió los ojos lentamente, dejando que la luz tenue del sol le acariciara el rostro.
Estaba recostado sobre helechos y tierra húmeda. No recordaba haber llegado allí. En realidad, no sabía cuánto tiempo había pasado. Giró la cabeza con lentitud y escuchó, por primera vez en mucho tiempo, el canto de algunos pájaros.
Se incorporó con torpeza. El cuerpo le dolía, como si hubiera dormido en una mala posición durante horas. Llevó una mano a su nuca y notó un dolor punzante. Nada grave… quizá se había golpeado. No lo sabía. Pero, extrañamente, tampoco sentía miedo.
—Kael Vesper… —murmuró, como si al pronunciar su nombre tratara de anclarse a algo.
La brisa le revolvió el cabello mientras cerraba los ojos. Sintió el viento, la tierra, el aire en sus pulmones. Todo era quietud a su alrededor. Ese silencio que sólo existe lejos del mundo, donde el tiempo parece fluir sin prisa.
Sabía que algo dentro de él había cambiado. No podía explicarlo con palabras. Una energía suave, casi imperceptible, latía en lo más profundo de su ser. No era una maldición ni un don. Simplemente… parte de él. Como el color de sus ojos.
—Tal vez este sea un comienzo —dijo en voz baja, poniéndose de pie mientras estiraba los brazos al cielo nublado.
Miró hacia adelante. No tenía rumbo. Pero una certeza tranquila latía en su pecho.
Voy a vivir.
Empezó a caminar en una dirección aleatoria.
Con cada paso, las memorias regresaban. Lentamente. Fragmentadas. Recordó haber sido perseguido. Recordó la cacería. Recordó... haber muerto. Sí. Un disparo en la nuca. Después, todo se volvía difuso.
La fachada de serenidad comenzó a romperse. Sus pupilas, antes grises y apagadas, temblaron con un brillo antinatural. Su piel pálida contrastaba con su cabello negro que caía hasta los hombros. Su cuerpo, atlético pero marcado por la delgadez, se escondía bajo una bata larga que le rozaba los talones. Parecía un espectro.
Decidió no pensar más. Al menos no ahora.
Frente a él, empezaron a aparecer casas de madera. Un pueblo. Tal vez podría encontrar respuestas.
Al cabo de unos minutos, llegó. El pueblo se extendía por varios cientos de metros, pero no había nadie en las calles. Eso lo inquietó. Caminó más rápido hasta una pared donde colgaban panfletos.
Los leyó. Uno de ellos decía:
"Mutante = Amenaza biológica. Protege a tu especie. ¡Denúncialos!"
Su mirada se detuvo en la fecha del cartel: 2016.
—¿Cómo es posible? —susurró—. ¿No era 2009…?
Recordó la historia: la existencia de los mutantes revelada en 2004. En 2006, el primer gran atentado mutante —Magneto y su grupo— y la aparición de los X-Men. Desde entonces, el mundo había entrado en caos: atentados, asesinatos, persecuciones.
Él mismo fue cazado cuando manifestó su habilidad mutante. Y ahora estaba aquí. Vivo. En un lugar que no entendía. Y en un año que no era el suyo.
Entonces escuchó pasos.
Se volteó y fue recibido por una lluvia de disparos.
80 minutos antes – Ubicación clasificada
—Señor, detectamos una distorsión dimensional cerca de Perfection, Alaska.
—¿Nivel de energía?
—Clase E. Alguien —o algo— con capacidad para entrar a nuestra realidad.
—Entiendo... Manden un equipo de reconocimiento. Fuerza letal autorizada.
—Sí, señor.
De vuelta con Kael
Cerró los ojos, esperando su final.
Pero las balas rebotaban en su cuerpo. Sólo sentía un dolor sordo, como si le lanzaran piedras.
—¡ALTO! —gritó un hombre con uniforme militar.
Los disparos cesaron.
—¿Es mutante?
—Sí, señor —respondió otro soldado, sosteniendo un extraño dispositivo.
Kael no entendía. Algo dentro de él comenzó a agitarse. Una voz interior, seca y cruel, susurró:
"Mátalos."
Levantó una mano. Instintivamente.
Y cuando se dio cuenta… sólo quedaban pedazos.
El asco lo golpeó. decidio Correr. No podía dejar de pensar en lo que el, había acabado de hacer y esa voz seguía susurrando dentro de él:
"Patético..."..."Inútil"
Entró en una casa al azar buscando refugio.De la repugnante escena que había dejado atrás, pero Estaba destruida. Sin cuerpos. Como si hubiera habido una pelea o simplemente un intento de huir.
Entró a otra. Luego a otra. El patrón se repetía. Todo hecho trizas. Nadie. Ningún grito. Ninguna vida.
¿Qué había pasado aqui?
Encontró un teléfono extraño en una casa, no era como los recordaba. Revisó lo que contenía y logro descubrir algo de este futuro en el que el estába.
Videos. Noticias. Avances tecnológicos que no conocía. Avengers. Cazas de mutantes en vivo. Nuevas organizaciones. Nuevas leyes.
Los mutantes ya no eran ciudadanos. Eran presas.
—quizas la tecnología haya avanzado enormemente, pero la humanidad en sus valores había retrocedido —
Escuchó el sonido de motores de camiones a la lejania. El miedo lo paralizó por un segundo. Luego corrió. Lo más rápido que pudo.
Debía sobrevivir. No quería sufrir lo que le paso a los mutantes en esas noticias que pudo ver y leer.
—Tengo que sobrevivir—
2 horas después
—Señor, el equipo fue aniquilado.
—¿Tienes el expediente?
—Sí, señor. Aquí está.
El hombre, frío como el acero, abrió el informe. Habían revisado las cámaras corporales. El entorno. Todo. Una formalidad. Para él, una pérdida de tiempo.
Hasta que leyó el título del archivo.
Caso: los Fantasma de Perfection – Alaska
Nombre registrado: Desconocido
Alias asignado: El Regresado
Tipo de entidad: Mutante
Estado actual: Vivo. Desaparecido
Último avistamiento: Perfection, Alaska
Descripción: Mutante desconocido con control dimensional, cuerpo sobrehumano y posibles habilidades adicionales. Responsable de la desaparición de todo el pueblo y la muerte de seis agentes.
Desaparecidos: 195
Muertos: 6
Víctimas totales: 201
Clasificación mutante: Desconocida. Posible Nivel Alfa.
El hombre tragó saliva. No por miedo. Sino porque, por primera vez en años…
Había sucedido un caso tan grave y en su guardia.