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Chapter 6 - Capitulo 3: Bajo el Gran Árbol Adar.

Tras desafiar al Consejo Supremo y cuestionar su papel en el equilibrio universal, Zodiark escapó del Reino Celestial. En su huida, conoció a Moniark, una niña brillante y de espíritu gentil, que le ofreció algo que no había encontrado en su mundo divino: amistad genuina. Juntos enfrentaron una amenaza y sellaron una promesa: volver a verse.

Zodiark descendía nuevamente desde su torre celestial, con el corazón acelerado por la emoción, una mezcla de nervios y expectativas que palpitaba en su pecho. Había abierto un portal cuidadosamente en su aposentos, cuidando que ni su madre ni sus mentores notaran su ausencia; la estrategia era esencial, y cada movimiento contaba.

Al otro lado, el cuarto cielo de Moniark lo esperaba con una profusión de maravillas. Era uno de los Cielos Menores, donde el poder latente pululaba en cada rincón, pero irradiaba una belleza viva: árboles de hojas luminosas que titilaban como estrellas, montañas flotantes con cascadas invertidas que susurraban secretos, y aldeas construidas sobre raíces de dragones dormidos que parecían respirar en armonía con la tierra. En ese instante de contemplación, Zodiark reflexionó sobre su propio crecimiento; sabía que cada visita a este lugar era un peldaño en su camino de evolución.

Y allí estaba ella. Moniark lo saludaba desde una colina, ondeando su mano con una sonrisa que podía derretir constelaciones. El brillo de su presencia era un impulso que siempre lo motivaba a seguir adelante y a enfrentar sus inseguridades.

—¡Tardaste! Ya casi me terminaba el té sin ti, estrellita tardona —bromeó, su tono ligero revestía la profundidad de una conexión genuina.

—Si mi madre me ve sonriendo así, me encierra por milenios. —respondió Zodiark con una risa nerviosa, sintiendo el peso de las expectativas familiares, pero también el deseo de liberarse de ellas.

—Entonces... sonríe más. Las cadenas se oxidan con alegría.

Ambos rieron. La amistad entre ellos fluía sin esfuerzo, una red de apoyo que prometía un crecimiento mutuo en el camino hacia sus destinos mientras el horizonte se extendía ante ellos, lleno de retos y oportunidades. Cada risa compartida reforzaba su vínculo, y en el fondo, Zodiark sabía que estaban forjando su propio camino dentro de un mundo que siempre ofrecía más, un mundo donde podían descubrir sus capacidades ocultas.

>> El Gran libro Universal<<

Tras una caminata por senderos que brillaban con flores danzantes que cambiaban de color al acariciar el viento, Moniark lo llevó a su lugar especial: un claro protegido por árboles cantores que entonaban melodías suaves y piedras flotantes que formaban runas en el aire, creando un ambiente mágico. Mientras caminaban, Zodiark reflexionaba sobre cómo aquel detalle, la belleza de cada paso, era un átomo en su propio crecimiento.

Aun en una simple travesía, el mundo parecía expandirse ante él, como si cada sonido y cada destello de luz le ofrecieran nuevas posibilidades.

Allí ella sacó su tesoro: un grimorio antiguo divino, cubierto de símbolos vivos y brillantes. Las páginas giraban solas al compás del viento cósmico, como si sintieran su propia historia.

En la portada, tallado con fuego blanco, se leía: "Gran libro de los Eones". Zodiark no podía evitar pensar en la monumentalidad de los conocimientos que podría albergar.

—Este libro me lo dio una diosa —explicó Moniark mientras lo abría con cuidado—.

Me dijo que era el símbolo de una profecía… pero nunca entendí cuál.

¿Acaso las diosas también se confunden? Tal vez había más de lo que a simple vista se podía entender.

—¿Te permite usar magia? —preguntó Zodiark, fascinado. En su mente, comparaba la magia con la estrategia en la lucha: cada hechizo, un golpe calculado, cada palabra, un paso en su danza de combate.

—¡Mucho más! Mira...

Las páginas comenzaron a girar solas, iluminadas por una energía azulada. Moniark recitó un encantamiento, y de un círculo mágico surgió una criatura majestuosa: un zorro cristalino de agua.

—Este es Luy —presentó con orgullo—. Es un espíritu invocado. El libro me permite invocarlos, crear nuevos con mi voluntad, y... esto es lo mejor: ¡cambiar sus formas si están de acuerdo! y puedo también capturar algunos espíritus que deambulan tambien.

La noción resonaba con Zodiark mientras consideraba la idea de la adaptabilidad. Un espíritu era más que una herramienta; era un compañero, un aliado en la batalla y en la vida.

—Es como un compañero de aventuras. —La idea floreció en su mente: un aliado que podría enfrentar los desafíos a su lado, uno que podía crecer junto a él.

—Exactamente. Es como tener un compañero de aventuras que puede cambiar de forma, adaptándose a las circunstancias y enriqueciendo la experiencia

—explicó Moniark, con un brillo en los ojos. En ese momento, Zodiark entendió que la verdadera fuerza no residía solo en el poder, sino en la conexión y el crecimiento mutuo que se forjaba en cada batalla.

—¿Puedo...? —preguntó, tocando el libro.

—Si,

Zodiark, curioso, posó su mano sobre el libro, sintiendo una energía pulsante que lo atravesaba. Y Una de las páginas vibró bajo su palma, y símbolos comenzaron a brillar.

Jerarquía de Poder Universal:

Nivel ∞: Nexus (El Tejedor de la Creación)

Nivel ?: Chaos (El Deshacedor)

Nivel 99-101+: Dioses Supremos

Nivel 80-90+: Grandes Deidades

Nivel 70-80+: Guardianes Mayores / Maestros Elementales / Emperadores

Nivel 50-60+: Seres de élite (héroes, reyes mágicos, aventureros S)

Nivel 1-50+: Aventureros comunes, seres mágicos, espíritus, invocadores menores.

—Entonces... ¿yo soy nivel 1? —preguntó Zodiark, con la mente llena de preguntas, intentando comprender su lugar en un mundo tan vasto.

—Dejame ver el libro.. Moniark observó sus estadísticas... y soltó un gritito ahogado.

—Ah!. —¡Tu nivel está cerca de un rey mágico! ¡¿Tienes siete años como yo o mil y me mentiste?!

—rió, aunque sus ojos no disimulaban el asombro.

—A caso eres como un dios? o mejor aun un dios supremo?.

estas palabras dejaron atónito a nuestro protagonista lo cual respondió con nervio.

—Esto.. —Quizás... entrené demasiado.

—O quizás eres algo más —susurró ella, sonriendo con picardía.

—Bien dejemoslo asi. no te investigare mucho niño. —Con un gesto rascando su cabeza con dudas.

—En fin.. mejor te muestro como funciona la magia este lugar. 

—Si mejor —Zodiark exclamo con entusiasmo y nervios a que no le descubra que es el príncipe de todos los seres.

Moniark hojeó el gran libro y leyó con voz clara:

 Jerarquia magia Universal:

Magia Común – Accesible para mortales y aprendices. Incluye hechizos básicos de ataque, curación, fuego, agua, etc.

Magia Intermedia – Requiere entrenamiento mágico formal o una afinidad elemental. Usada por aventureros o magos entrenados.

Magia Avanzada – Dominada por arcanistas, maestros y guerreros místicos. Puede afectar áreas grandes y requiere alta energía espiritual.

Magia Suprema – Rara, poderosa y con capacidad destructiva o defensiva masiva. Solo usuarios de alto rango pueden manipularla.

Magia Divina / Demoníaca – Otorgada por deidades o linajes ancestrales. Reescribe las leyes físicas. Suele usarse en profecías o conflictos cósmicos.

Magia Primordial – Magia de origen, utilizada por los primeros dioses o seres que forjaron el cosmos. Prácticamente olvidada y extremadamente peligrosa.

Toda esa información repentina mareo un poco a nuestro protagonista pero aun asi comprendido la leyes de todo poder y magia del universo.

—¡Ugh, qué mareo! —suspiró Zodiark.

—Tu cerebrito divino no da para tanto, ¿eh? —bromeó Moniark, dándole un golpecito con su libro.

Ambos rieron, y en esa risa compartida, sellaron algo más que una promesa: un lazo que escapaba del destino.

—Y pues.. la verdad sabia de algunas pero no su orden.. —comento zodiark.. pensando que sus mentores le habia enseñado un poco sobre las jerarquías de poder. y que solo aprendio algunas escuchando conversaciones entre los dioses cercanos a el y de libros. 

dejando en claro que al parecer los mentores se la pasaban hacer estragos por el universo, en ves de cumplir el rol de mentores. 

—En fin, quieres que te enseñe un lugar maravilloso para hacer un picnic? —comenta la niña moniark. 

—Si claro, pero no me dijiste en rango de magia tienes? ni si quiera se tu nivel o tu edad? —comenta el protagonista.

—Esto... tengo algo de vergüenza.. sabes pero si insistes pues. —Esta observa el libro y a su espíritu y luy. —Con coraje lo dice a su querido amigo.

—tengo nivel 10 y puedo usar magia intermedia.. aunque con un poco de esfuerzo ya que suelo debilitarme luego de usar mucha energía espiritual.

—Ya veo.. —Comento zodiark.

—No tienes que tener vergüenza, un dios me decía. que la vergüenza y la pena la tienen a quellas almas, que siente que no son lo que aparentan.

—mmm. esta bien si tu lo dices. —comenta la niña, con una sonrisa tierna.

Asi nuestro pequeños niños fueron conversando de camino aquel lugar que moniark había dicho, pasando por múltiples lugares hermosos, lleno de vida y espiritus. 

>>Adar el gran árbol del Cosmos<<

Moniark lo llevó al lugar más sagrado que conocía: el Gran Árbol del Cosmos. Desde sus raíces podían verse los Doce Cielos e Infiernos, y más allá, el pulso de estrellas naciendo y muriendo.

Un lugar donde todos el cosmos estaba alineado, un momento donde se escucha latir cada segundo al universo entero, y atra vez de ella las almas viven en paz y armonia. 

—Es hermoso... nunca vi algo tan bello —Comentaba zodiark, con un gesto de respeto y de asombro.

—Aquí vengo a leer —susurró—. Aquí, el universo me habla.

—Te dije que era un buen lugar para hacer un pinic, normalmente suele venir algunos dioses pero ultimamente el lugar esta solo. —Exclamaba la niña de pelo rosado, cargando su gran libro.

—Este lugar… es mi secreto. Nunca se lo he mostrado a nadie.

zodiark, se acerca lentamente y se sienta a un lado de aquel gran arbol. Preguntandose como los dioses le ocultaban de este hermosos lugar y de otros sin explorar..

—Oye, pareces muy distraido ven sientate, que traje galletas de estrellas. —Comentaba la niña con una sonrisa tierna y con mucho humor.

—Wiii!! , —Grita tiernamente luy con muchas ansias de probar aquella galletas

—Si luy, no me olvide de ti pequeña amiga.. ven zodiark que luy se lo va comer todo!!.

voltea, el distraido niño de pelo azul y se acerca aquella manta colocada por moniark y ambos pasaron el rato con algunas risas y gesto por luy, tambien, contaron estrellas y leyeron juntos el gran libro, pasando la noche.

—Por cierto zodiark, sabes el nombre de esta gran arbol?

—Mm no, creo que nunca los escuche, o al menos preste atencion, —comentaba el niño de pelo azul.

—Pues se llama Adar y es el gran arbol del universo y el mas antiguo de todos, se dice que estuvo presente en la gran guerra de la deidades. y tambien lei que en el se sello algunas cosas magicas es por cuando estes cerca de el dara un sensacion de paz y armonia.

—Dicen que quien duerme bajo Adar sueña con las vidas que aún no ha vivido…

—Guau!!, es impresionante moniark, —exclamo con mucha energia, 

moniark se sonrojo un poco, pero luego sonrio levemente.

—¿Sabes? —dijo ella, apoyando la cabeza en su hombro—. Eres mi mejor amigo. Y... creo que lo serás siempre.

Sin repuesta de nuestro protagonista este dio un respiro observándola con mucha ansiedad.

Ambos disfrutaron aquel momento debajo de ese gran árbol pasando toda la noche. Olvidándose del mundo, como si el universo les concediera un respiro eterno.

 >>Ecos del Futuro<<

Desde el reino celestial la diosa de la vida y armonía observaba en silencio. Una lágrima brillaba en su mejilla.

—"Cuando dos almas destinadas a romper las leyes del universo se encuentran, ni los dioses pueden predecir el resultado.."

—Exclamaba la diosa divintia. Miró al cielo estrellado, y en su mente, el nombre del joven príncipe resonaba como una profecía.

—Zodiark... El tejedor del nuevo legado. —susurró Divintia, mientras una estrella fugaz cruzaba el firmamento.

"Espero que la diosa del destino y el universo los guie por buen camino y que el creador nexus y la gran diosa Mithrilas los acompañe y bendiga."

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