Cherreads

Chapter 33 - Capítulo 32: Cazador/Presa

El sonido metálico de las cuchillas de la Discípula de Sanctus retumbó como una nota disonante en el silencio tras su transformación. La energía ondulaba a su alrededor, mientras sus ojos brillaban detrás de la máscara con un júbilo antinatural.

Pero el grupo no se inmutó.

Stelle se adelantó con su bate. Welt alzó su bastón, envolviendo el campo de batalla con una ligera curvatura gravitacional. 7 de Marzo disparaba en ráfagas certeras, bloqueando el avance de los lobos.

Y Aleph…

Aleph no se molestó en moverse demasiado. Apoyó el bate de hielo contra su hombro y esperó.

Solo cuando la Discípula intentó abalanzarse directamente sobre él, sus reflejos se activaron.

"Lo sabía. Hablas mucho, pero... no vales nada."

Su tono fue bajo, casi ausente.

"Afortunadamente tengo una medicina perfecta para ti."

Con un solo movimiento, el bate se estrelló contra la sien de la Discípula. El golpe fue limpio, directo y devastador.

El crujido seco resonó como una campanada hueca.

Ella cayó al suelo como una marioneta sin hilos. La máscara se astilló. Su cuerpo tembló brevemente antes de perder el conocimiento.

Aleph exhaló.

Se acercó sin prisa, creó unos grilletes de hielo con un simple gesto, y la inmovilizó con firmeza. Luego se quitó la pañoleta blanca que siempre llevaba atada al cuello y la usó como mordaza, asegurándose de que quedara bien sujeta.

Su transformación se deshizo luego de absorber la energía que la alimentaba.

7 de Marzo frunció el ceño, observando la escena con algo de incomodidad.

"¿No crees que es un poco... excesivo?"

Aleph ni siquiera la miró.

"Si tengo que escuchar otra de sus estupideces cuando despierte, prefiero matarla. O matarme. Lo que sea más rápido."

7 de Marzo parpadeó un par de veces, sin saber si reír o preocuparse.

"...Dramático." Murmuró 7 de Marzo mientras retrocedía un paso.

Welt observó en silencio. No hizo preguntas.

"¿Y quién va a cargarla?" Preguntó Stelle, aunque sabía la respuesta.

Aleph miró a Tingyun. La raposiana desvió la mirada con un bufido claramente deliberado.

"¿Tú no puedes?"

"Después de ignorar mis mensajes y dejarme plantada en plena conversación... y tras permitir que esa mujer me llamara mascota raposiana sin siquiera corregirla…" Respondió, desviando la mirada con un bufido y un puchero. "No."

Aleph no replicó, tenía razón.

...Además ¿por que creyó que la defendería?

¿Acaso no podía hacerlo ella misma?

La levantó con un solo brazo y la cargó como un saco de papas, asegurándose de que la cabeza quedara en dirección opuesta a la suya.

El grupo siguió avanzando por el lugar. Aún quedaban zonas por limpiar, y los restos de la batalla seguian esparcidos por el suelo.

"... La gente en Xianzhou realmente ama las escaleras." Murmuró Stelle mientras se estiraba.

...

Lobos y soldados poseídos emergieron de cada rincón. Stelle y 7 de Marzo pelearon al frente con soltura, derribandolos tan pronto como aparecían. Welt se mantuvo en la retaguardia, neutralizando a todo aquel que pareciera lo suficientemente duro como para poder resistir los ataques de las chicas.

Aleph apoyaba Mabufula, Mazio y Mazan creando una mini tormenta elemental que despedazaba todo a su paso.

Cargando con la Discípula inconsciente sobre los hombros, parecía más una figura de tránsito que un luchador.

Parecía que no sabía sin sentirse feliz de no tener que lanzarse a luchar y poder dejar descansar su cuerpo o molesto por el aburrimiento de no poder ir por el combate físico.

Pero cada vez que intervenía, los enemigos caían sin ceremonia.

Congelados.

Fulminados.

Caían como moscas.

"Claro, nadie quiere cargar con el souvenir para Fu Xuan. Todo es para Aleph." Murmuró. "Ven con nosotros a Luofu, decían. Va a ser genial, decían."

"¿Dijiste algo?" Preguntó 7 de Marzo, sin girarse.

"No. No pasa nada."

********

Siguiendo hacia adelante por otras escaleras para pasar las partes bloqueadas el grupo continuó con su recorrido por la Comisión de Alquimia.

Solo el eco de sus pasos rompía la calma incierta que flotaba en el aire, y el crujido de algunas tablas de madera bajo los pies del grupo.

Finalmente, al cruzar un corredor, fueron recibidos por un par de soldados de los Caballeros Nimbus que custodiaban el camino.

Uno de ellos, con vendas visibles en el cuello y rostro, les hizo una leve reverencia luego de que explicarán quienes eran.

"La Gran Adivina nos instruyó para que los esperaramos, y para preparar habitaciones para ustedes. Ha dispuesto que descansen lo que queda de la noche. Dijo que tiene una tarea lista para mañana temprano."

7 de Marzo soltó un suspiro tan largo como sonoro, seguido de un chillido ahogado.

"¡¿Dormir en una cama decente?! ¡¿Una habitación con ducha real?! ¡Esto es una bendición!"

Y sin pensarlo, atrapó a Aleph y Stelle en un abrazo de oso.

Aleph, que aún cargaba a la Discípula inconsciente sobre los hombros se tambaleó hacia atrás.

Plaff.

El sonido fue sutil, pero evidente cuando el rostro de la Discípula se embistió de lleno contra la pared.

"¡Agh! ¡Por el amor a—! ¡Marzo, cuidado!" Gruñó Aleph, entre el peso y el empujón, mientras trataba de mantener el equilibrio.

"Ups." 7 de Marzo fingió inocencia mientras se golpeaba la frente y sacaba la lengua. "¿Fue eso mi culpa?"

Stelle soltó un largo suspiro y se limitó a palmearle la cabeza con resignación.

"Sí, fue tu culpa."

Aleph apenas murmuró algo incomprensible, mientras reajustaba a la Discípula —que, para bien o para mal, seguía inconsciente— y se masajeaba el cuello.

Welt, que observaba la escena con una mezcla de cansancio y familiaridad, se acomodó los lentes y dio un paso al frente antes de voltearse y hablarle al grupo.

"Me reuniré con Fu Xuan ahora. Necesito discutir con ella. Descansen mientras puedan, si hoy fue un buen ejemplo. Mañana probablemente volverán a necesitar toda su fuerza."

El grupo asintió. Welt intercambió una última mirada con Aleph, como si quisiera decir algo más pero al final decidió guardárselo.

Un Caballero se le acercó y lo guió por un pasillo distinto.

...…

Oficina de Fu Xuan

La oficina era sobria, elegante y tan meticulosamente ordenada que incluso una mota de polvo habría destacado como algo absolutamente fuera de lugar.

Welt estaba sentado frente a Fu Xuan. Ella se mantuvo en silencio, una mano sobre la barbilla, la otra hojeando informes holográficos flotantes que aparecían y desaparecían con un parpadeo.

Welt le resumió los hechos con su usual precisión.

"Así que, la aparición del Ciervo, las raíces externas, su destrucción. Y por supuesto…" Bajó ligeramente la voz. "La Discípula de Sanctus capturada. Y lo que hizo Aleph con ella."

Fu Xuan asintió lentamente, cerrando uno de los documentos.

"Lo vi." Dijo sin mucha emoción. "El informe que llegó antes de ustedes. Una anomalía, lo llamaron. Un individuo que tocó las raíces y las marchitó sin esfuerzo. Ese chico... no es normal. Lo sé desde la primera vez que lo vi."

Welt entrelazó los dedos.

"Y sin embargo, no parece ser una amenaza, al menos, no... si ustedes hacen un buen trabajo." Murmuró Fu Xuan con suavidad hasta el punto en que el final fue solo un susurro apenas audible, su mirada se volvió vidriosa por unos instantes mientras un escalofrío recorría su cuerpo.

Welt se quedó en silencio con un celo fruncido ¿A que se refería?

Fu Xuan se quedó pensativa unos segundos más.

Finalmente, lo miró a los ojos.

"Supongo que estás aquí por más que un informe."

"Los Discípulos de Sanctus Medicus. La Abundancia. Quiero saber lo que tú sabes, Fu Xuan. Todo lo que puedas compartir. Porque lo que enfrentamos allá afuera… eso no es un simple resurgimiento de energía errática. Esto tiene ideología. Tiene historia. Y tiene nombres, estar en la oscuridad no es algo que disfrute."

Fu Xuan cerró los ojos un momento. Luego, suspiró.

"No puedo contártelo todo. No porque no quiera... sino porque algunas cosas incluso a mí me han sido vedadas." Hizo una pausa. "Pero sí puedo explicarte lo que realmente es Sanctus Medicus."

Fu Xuan mantuvo la mirada en Welt durante un largo silencio, antes de entrelazar los dedos sobre la mesa.

"Sanctus Medicus no es un nombre nuevo para la gente del Luofu." dijo al fin. "Ni tampoco lo son sus Discípulos. Son un infame culto de adoradores de la hacedora de plagas que siguen una creencia nefasta sobre la vida, la inmortalidad y son particularmente extremistas."

Fu Xuan desvió la mirada hacia una estantería repleta de rollos de jade y documentos flotantes.

"Los veo por lo que son, la consecuencia de una arrogancia que no fue purgada a tiempo."

Hizo una breve pausa, luego continuó.

"Cuando los moradores de la Abundancia fueron vencidos por la Cacería, no todos fueron eliminados. Algunos sobrevivieron… escondidos, deteriorados, olvidados. Pero más peligroso aún fueron aquellos que no descendían directamente de los originales, sino de aquellos que los admiraban. Cultistas. Científicos. Gente de conocimiento... y fe."

"Sanctus Medicus surgió de entre ellos. Una ideología que predica no solo la adoración de la hacedora de plagas, sino su restauración completa. Creen que la Abundancia no es una amenaza, sino el camino natural que el universo niega por miedo."

Welt frunció el ceño.

"¿Y los Discípulos?"

"Sacerdotes, elegidos, experimentos. No está del todo claro." Dijo Fu Xuan. "Algunos son humanos que se ofrecieron voluntariamente. Otros… fueron alterados. Injertados con partes de raíces doradas o beberion una medicina extraña. Al fusionarse con esa energía, pierden sus límites físicos y mentales. Se regeneran, se fortalecen… pero también se convierten en algo que ya no es ni mortal ni inmortal. Son una amalgama. Devotos. Fanáticos. Abominaciones."

Welt se recostó contra el respaldo del asiento, en silencio.

"¿Y por qué ahora? ¿Por qué resurgen?"

"Porque alguien está plantando sus semillas de nuevo." Dijo Fu Xuan, con gravedad. "Y si el Horno de la Creación casi fue corrompido, no me queda duda de que buscan puntos de control vital del Luofu para extender su raíz."

El silencio volvió por un momento. Solo el leve parpadeo del jade lo rompía.

"Una civilización como la nuestra—que huyó del don de la inmortalidad cuando entendimos su costo—es, para ellos, una herejía. Somos el obstáculo. Pero no sé cuántos más se han infiltrado ni qué tan lejos han llegado."

Welt asintió lentamente. Luego se levantó.

"Gracias, Señorita Fu Xuan."

Fu Xuan volvió a asentir, cansada.

"Descansa, Welt Yang. Mañana necesitarán más que fuerza. Necesitarán determinación."

***********

La luz dorada del amanecer se filtraba a través de los ventanales de la Comisión de Alquimia, tiñendo los pasillos de un tono suave y acogedor.

Por primera vez en mucho tiempo, no se oían explosiones, gritos ni alarmas. Solo silencio y unos ronquidos muy suaves.

7 de Marzo se frotó los ojos mientras caminaba por el corredor, aún con su pijama puesto—una camiseta blanca con un Pompom con gafas oscuras y pantalones cortos de color celeste. Se detuvo frente a una de las habitaciones y ladeó la cabeza al oír el sonido.

Rooon… shh... roooon... shh.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

"¿Incluso sus ronquidos suenan adorables…? Qué injusto." Murmuró, apoyándose brevemente en la puerta de Stelle mientras soltaba una risita.

Siguió caminando, sin prisas, hasta que un ruido inesperado la hizo detenerse de golpe.

Fshh...

Algo de ropa había caído. El leve golpeteo de tela sobre el suelo, seguido por un chasquido de molestia. Curiosa, 7 de Marzo se pegó a la pared más cercana y se asomó con disimulo…

Aleph estaba allí, con el torso desnudo, el cabello largo suelto y húmedo por el sudor. Solo llevaba pantalones cortos, y parecía haberse detenido en medio de un estiramiento. Sus brazos estaban tensos, sus músculos delineados por la luz, y observaba en silencio sus articulaciones, marcadas por cicatrices. A un lado, su ropa habitual estaba cuidadosamente doblada.

La chica lo miró unos segundos, sin hablar, no pudo evitar hacerse una pregunta.

"¿Cómo se hizo esas cicatrices…?"

Aleph no se molesto en girarse.

"Voyeur." Comentó con un tono plano.

7 de Marzo parpadeó, sorprendida al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.

"¡No soy—!" Se cruzó de brazos, avergonzada. "¡¿Y tú qué, pervertido desnudista?! ¿Eh?! ¿Hay siquiera algo que valga la pena mi-?"

Pero la frase se le quedó trabada al fijarse mejor. Tragó saliva con lentitud.

Ante la vista, un cuerpo bastante herido, pero fuerte y marcado, lleno de señales de sufrimiento físico, sin embargo, firme, equilibrado, casi forjado a golpes. Algo en su pecho se revolvió…

Aleph chasqueó los dedos, sin dejar de mirarse la muñeca izquierda.

Levantó una mano y señaló con dos dedos hacia su rostro.

"Mis ojos están aquí arriba, Marzo."

7 de Marzo soltó un bufido y desvió la mirada con brusquedad, con el rostro un poco ruborizado.

"¡Qué idiota!"

Aleph se agachó a recoger una toalla y la colocó sobre su hombro.

"¿Ya desayunaste?"

Ella lo miró con insatisfacción.

"No…"

"Voy a darme un baño. Espérame en el comedor. Haré algo."

"¿Tú… cocinarás?" Preguntó incrédula.

"Sí."

"Ah… ok." Respondió, sin saber muy bien qué más decir.

Cuando Aleph desapareció tras la puerta, 7 de Marzo se quedó allí, tamborileando los dedos contra la pared.

"¿Desde cuándo sabe cocinar…?" No pudo evitar preguntarse. "No será este un malvado plan para envenenarnos hasta la muerte ¿Verdad?"

...…

Desde la esquina de uno de los pasillos, una figura se mantenía entre las sombras, observando.

Tingyun sostenía un abanico a medio abrir frente a su rostro, ocultando la sonrisa interesada que se formaba en sus labios.

"Hmm… qué escena tan encantadora…" Murmuró en voz baja. Su expresión era como la de alguien que había visto un chisme potencial. "Stelle… 7 de Marzo… Aleph… vaya, vaya. ¿En qué clase de triángulo me vine a meter?"

Sacudió suavemente su abanico, como si quisiera disipar la idea.

Y luego, como toda buena espectadora de drama, se alejó en silencio. No escuchó nada de lo que se dijo… pero no había nada de malo en cubrir los huecos con sus deducciones ¿Verdad?

....

La puerta del baño se abrió con un leve chirrido.

Aleph salió envuelto en una toalla pequeña colgada del cuello, con el cabello aún húmedo pegado a su frente. Llevaba una camiseta negra sin mangas y pantalones cómodos, demasiado simples para su estilo habitual, pero lo suficientemente sueltos como para dejar claro que ya no estaba en modo combate.

Caminó por la habitación mientras se estiraba, con los brazos sobre la cabeza y el cuerpo soltando una tensión acumulada que parecía venir de semanas atrás.

"Burroughs." Murmuró mientras se dejaba caer sobre una silla, secándose la cabeza.

Una luz azulada parpadeó en el guantelete. La figura holográfica de la IA apareció ante él con su semblante neutro.

[Estoy aquí, Maestro.]

"Zio se está quedando corto. Es hora de evolucionarlo a Zionga." Dijo, sin rodeos. "Y creo que también es momento de invocar nuevos demonios. Oni y Nappea han hecho su parte muy bien, pero creo que es hora de ampliar el repertorio. También voy a necesitar fusiones nuevas si quiero seguir el ritmo de avance de esta locura."

[Una decisión lógica. Ya tengo algunos perfiles compatibles listos para propuesta. Pero antes de eso…]

El tono de Burroughs cambió.

Se volvió más grave y algo seco.

[Voy a tener que regañarlo.]

Aleph arqueó una ceja.

"¿Qué hice esta vez?"

[¿En serio va a hacerme esa pregunta? Anoche, Maestro. Después de darle advertencias muy claras sobre los peligros de la absorción sin estabilización, usted decidió continuar absorbiendo la energía vital más allá del punto que consideré seguro.]

Aleph sudo frío, no había emoción en la voz de Burroughs pero eso no le impedía intuir que estaba molesta.

[¿Quiere saber qué registro marqué en su estado físico? Sobrecalentamiento parcial, fatiga severa en extremidades superiores, fluctuación energética en picos inconsistentes y posibles efectos colaterales en su sistema neurológico.]

Aleph se rascó la nuca con lentitud.

"Sí… lo sé. Me dejé llevar."

[Me preocupa su salud, Maestro.]

El tono cambió a uno más suave.

[Entiendo que el combate no siempre es predecible. Entiendo que la situación era crítica. Pero si vuelve a absorber a ese ritmo sin estar estabilizado, el daño no será solo físico. Podría empezar a alterar su propia estructura energética. Y eso, sinceramente… podría causar daños potencialmente irreversibles.]

Aleph bajó la mirada.

"Lo siento, Burroughs. De verdad. No supe cuándo parar…"

O ni siquiera paso por mi mente la idea de hacerlo.

Hubo una pausa. La IA lo miró fijamente durante unos segundos y luego asintió.

[Lo acepto, Maestro. Pero prométame que tendrá más cuidado.]

"Prometido."

[Entonces estamos bien.]

El holograma parpadeó brevemente.

[Por cierto. Las esencias obtenidas tras el exterminio del ciervo ya han sido integradas.]

Aleph levantó la mirada.

"La primera fue la Bendición de Thanatos..."

[Correcto. Activada automáticamente, parece ser una habilidad con funciones tanto pasivas como activas.]

"Pero la segunda… 'Banquete Sagrado'." Se quedó en silencio. "¿Qué se supone que haga con eso?"

[Una habilidad de soporte. De gran adaptabilidad. Curación, buffs y mejora del estado emocional en quienes consuman los alimentos preparados por ti.]

Aleph ladeó la cabeza.

"¿Funcionara si almacenó la comida o deberá ser consumida en el acto para que surta efecto? Dependiendo de eso podría ser una habilidad casi inútil."

[Depende. ¿Sabes qué más parecía inútil? Un simple hechizo de viento.]

Touché.

[No desprecie algo por que parece simple, Maestro. Haría bien en aprender esto.]

Aleph no respondió de inmediato.

Se quedó mirando su reflejo en el cristal de la ventana. El vapor del baño aún flotaba suavemente en la habitación. Por un segundo… juró ver una flor dorada brotar de su pecho, como si emergiera desde dentro.

Pero al parpadear… ya no estaba.

Solo quedaba su reflejo, cansado y con una mirada más vacía que de costumbre.

No pudo evitar preguntarse...

¿Cuanto de él era Caelus y cuánto era de *****?

Se puso de pie con rapidez, tratando de sacar aquel pensamiento de su mente.

"Vamos a cocinar algo."

[¿Quiere que registre la receta?]

"Solo si sale bien."

[¿Y si no?]

"Olvídala."

Tomó camino hacia la cocina. A mitad de trayecto, lanzó un suspiro resignado.

"Espero que esa maldita no despierte justo a mitad de la cocción…"

*********

El comedor de la base de la Comisión de Alquimia era un espacio simple pero funcional, iluminado por una suave luz dorada que entraba a través de los ventanales. El aroma del desayuno recién hecho flotaba en el aire, envolviendo a los presentes en un ambiente cálido.

La comida servida sobre la mesa humeaba con un aspecto delicioso arroz blanco perfectamente cocido, huevos con especias suaves, vegetales al vapor, sopa ligera y pequeños bollos dulces.

Tras todo lo vivido, se sentía casi surrealista pasar un momento tan calmado y simple. Pero no es como que hubiera una queja al respecto.

Stelle era quien más lo estaba disfrutando.

Comía con entusiasmo, como si hubiese pasado días sin probar un solo bocado. Cada tanto soltaba pequeños ruiditos de satisfacción—como un gato feliz—que le hacían ganar miradas curiosas del resto, especialmente de 7 de Marzo.

"Podrías... al menos fingir que sabes lo que son los modales." Comentó esta última con una sonrisa suave, pero sin ánimo de regañar realmente.

Ella también comía con apetito, aunque a un ritmo más pausado. Parecía relajada, con una sonrisa brillante y una mano en su mejilla.

¿Dudas sobre las habilidades culinarias de Aleph? ¡Jamas!

Tingyun, por su parte, comía con bastante elegancia. Llevaba los palillos con gracia, pero cualquiera que observara bien podía notar que ya había apartado discretamente una gran cantidad de alimento a un segundo plato a su lado.

El tamaño de la porción era... bastante exagerado por decir poco.

Con una mirada de reojo al cocinero, sopesaba silenciosamente ideas unas ideas que habían pasado por su mente.

"¿Y si lo engaño para que firme un contrato...? No, eso sería demasiado obvio... pero si lo invito cordialmente al Transporte Celeste con un buen contrato de exclusividad…"

Aleph sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo.

"Tal vez... Podría guardar un poco para la Señora Yukong, y ella podría usar el poder político para engañar a la otra parte para que se convierta en un trabajador de la Comisión del Transporte Celeste."

Más relajado que en días, Welt comía con tranquilidad mientras conversaba con 7 de Marzo sobre los diferentes estilos de desayuno en otras naves y estaciones que había visitado en su juventud.

"Hace tiempo que no comía algo hecho a mano. Había olvidado lo bueno que era..." Comentó, cerrando los ojos con calma.

Aleph, sentado al final de la mesa, mantenía la cabeza baja.

Miraba el desayuno con una expresión ambigua, como si no estuviera seguro de cómo sentirse al ver a todos disfrutar de lo que él había preparado.

Un leve sonrojo le subía por las mejillas, algo que intentó disimular bebiendo de su taza de té.

"Esto se siente… bien. Demasiado bien." Pensó, con cierto desconcierto. Antes solía cocinar solo para si mismo, su padre trabajaba bastante y casi nunca estaba, y por alguna razón su hermana dejó de estar en casa luego de un tiempo y no volvió a aparecer, no podía recordar el momento exacto donde empezó a quedarse completamente solo y aprender a cocinar se volvió algo necesario para vivir.

7 de Marzo lo miró con una media sonrisa, señalándolo con los palillos.

"¡Así que también cocinas! ¿Desde cuándo ocultas estas habilidades de primer nivel, eh?"

Stelle asintió vigorosamente, levantando un pulgar mientras masticaba un bocado demasiado grande.

"El mejor cocinero." Alcanzó a intentar decir entre palabras medio tragadas, lo que hizo que casi se atragantara.

Aleph desvió la mirada.

"Solo aprendí para no morir de hambre." Murmuró. "No tiene nada de especial…"

"¿Oh?" Tingyun alzó una ceja con picardía. "¿Y qué más tienes oculto, Aleph~? Además ¿Puedo servirme un poco más?"

Él giró lentamente hacia ella, con el ceño ligeramente fruncido.

"No creas que ignore el hecho de que apartaste comida como si pensaras que no te iban a descubrir."

Tingyun solo le sacó la lengua antes seguir con su comida.

Eso desató una pequeña ronda de risas entre todos.

Por primera vez en lo que parecía una eternidad, el grupo compartió un momento sin tensión, sin misiones urgentes ni amenazas inminentes. Solo un desayuno normal y una charla casual.

Aleph se quedó un momento en silencio, observando el vapor que subía de su taza.

Su mirada se suavizó y una sonrisa apareció en su rostro. No había prisas. No había gritos. Solo la calidez de una mañana que no exigía nada.

7 de Marzo lo señaló con una sonrisa.

"Estás volviendo a la normalidad."

Él la miró, algo confundido.

Stelle, ya con la boca vacía, asintió con calma. Su expresión también era más relajada.

"Después de... eso, estuviste raro." Murmuró mientras su mirada se volvía triste por unos momentos antes de regresar a la normalidad luego de agarrar una de las mangas de la ropa de Aleph. "Te sentías como... apagado."

Aleph bajó la mirada por un instante. Luego desvió el rostro y se cruzó de brazos.

Stelle emitió un gruñido cuando su mano se quedó sin algo que sostener.

"Solo necesitaba tiempo para pensar." Murmuró, sin energía para inventar excusas. "Fue un día agotador… en más de un sentido."

********

7 de Marzo se recostaba en el respaldo de un sofá, tamborileando con los dedos sobre su rodilla.

"Que aburrimiento..."

El sonido de pasos metálicos se escuchó.

Un soldado de los Caballeros Nimbus apareció por la entrada.

7 de Marzo soltó un suspiro dramático, alzando una ceja sin siquiera levantarse.

"Déjame adivinar. ¿Nuevo encargo?"

El soldado negó con la cabeza.

"No. Esta vez la Gran Adivina ha solicitado solo a uno de ustedes."

El grupo alzó la mirada con sorpresa.

El soldado inclinó ligeramente la cabeza.

"Aleph Avesta. Solo tú has sido convocado."

Stelle y 7 de Marzo intercambiaron miradas de confusión.

Tingyun ladeó ligeramente el rostro, aunque no dijo nada.

Welt, en cambio, se tensó levemente.

Su mirada se volvió más severa, casi analítica.

"Solo a él…"

Las palabras se repitieron en su mente.

Y entonces lo comprendió.

Esa conversación con Fu Xuan… la advertencia, las palabras sobre lo que Aleph es, o parece ser.

Aleph, sin perder tiempo, se levantó del sofá.

"Vamos."

Siguió al soldado sin volver la vista atrás.

...

Oficina de Fu Xuan

La oficina era elegante y tan meticulosamente ordenada que incluso una mota de polvo habría destacado como algo absolutamente fuera de lugar. Tenía una belleza distante, casi ceremonial. Jade, madera pulida, esferas flotantes de luz que giraban lentamente. Informes suspendidos en el aire que se desvanecían apenas eran leídos.

Fu Xuan estaba de pie, su mirada fija en una serie de datos proyectados ante ella.

Solo cuando Aleph cruzó el umbral, bajó la mano y desactivó los informes.

"Gracias por venir."

Le hizo una seña para que se sentara frente a su escritorio.

Aleph obedeció.

"No estás aquí por castigo ni por reprensión, no te preocupes. Tu grupo tendrá una misión… pero tú, Aleph Avesta, tendrás otra, una especial."

Ella lo miró con detenimiento, como si estudiara algo detrás de su piel.

"Tiene que ver con lo que manifestaste."

Aleph no dijo nada.

"La energía que brotó de ti. Esa aura dorado-verdosa. Las flores que crecieron de tu piel, la vitalidad abrumadora que envolvió tu cuerpo..."

Hizo una pausa.

"Si yo fuera una Discípula de Sanctus Medicus… habría creído que eras uno de los suyos. Uno tocado por Yaoshi, la Abundancia. Uno como ellos."

Las palabras se suspendieron en el aire como una amenaza no pronunciada.

"Por eso te elegí."

Aleph entrecerró los ojos, pero no respondió aún.

"Quiero que te infiltres en Sanctus Medicus. No con mentiras. No con máscaras. Solo con lo que ya eres. Esa impresión, ese poder, esa manifestación… úsala. Déjalos creer lo que quieran creer."

Fu Xuan deslizó un fragmento de datos hacia él. Contenía coordenadas, nombres, referencias.

Aleph ni siquiera necesito mover un dedo para que Burroughs descargará la información.

"Ve al Sanctum de la Exaltación. Allí te espera Dahao de la Comisión de Administración de Territorio. Él te llevará con Qingsu, miembro de la Comisión de Premonición Divina. Te dará cobertura en todo lo necesario para que esta operación funcione."

Aleph bajó la mirada un segundo, repasando la información.

"Tu rostro aún es nuevo en Xianzhou. Casi nadie fuera del círculo directo de mando te conoce… y eso, Aleph, es una ventaja que no deberías desperdiciar."

Finalmente, Fu Xuan cruzó sus brazos.

"Pero ten cuidado. Este tipo de infiltración no pone a prueba solo tu fuerza…"

Su voz bajó, más suave, pero más cortante.

"…pone a prueba tu identidad. Si olvidas lo que eres y te dejas arrastrar por lo que ellos creen que eres… entonces dejarás de ser Aleph Avesta. Y habremos perdido mucho más que a un infiltrado."

Aleph permaneció en silencio por un instante más.

Su mirada se endureció un poco.

¿Cuanto sabía realmente Fu Xuan?

"Iré."

Se puso de pie.

Mientras caminaba fuera de la oficina, un pensamiento cruzó por su mente.

"¿Debería imitar la inexpresividad de Dan Heng o la de Stelle?"

Un suspiro suave escapó de sus labios.

"Aunque dudo poder competir con el 'modo estatua' de Dan Heng…"

...

El cielo sobre el Sanctum de la Exaltación brillaba con un matiz suave, como si el día aún se negara a mostrar su verdadero rostro. Nubes doradas se deslizaban lentamente mientras un Astroesquife descendía hacia la estación elevada.

Tingyun sostenía los controles con una mano, mientras que con la otra se abanicaba.

Aleph estaba sentado a su lado, en completo silencio, mirando al frente con una expresión neutra.

"No dijiste mucho antes de irte." Comentó Tingyun, sin girar el rostro. "Solo 'me asignaron algo peligroso' y que 'debo hacerlo solo'."

Aleph desvió apenas los ojos hacia ella.

"No hay mucho más que decir."

Tingyun soltó una risa suave.

"Entonces… ten cuidado, ¿sí? Si llegas a morir, ¿quién preparará el almuerzo, cena y el desayuno de mañana? Deberías hacerte responsable. Ya me has vuelto una esclava de tus habilidades culinarias."

Aleph apenas arqueó una ceja. No respondió, pero por un segundo, la comisura de su boca pareció querer levantar una sonrisa.

...…

Sanctum de la Exaltación – Comisión de Administración de Territorio

Allí, un hombre de cabello corto y mirada agotada lo esperaba.

"Dahao." se presentó con voz grave. "Sígueme. No podemos decir mucho aquí."

El recorrido fue corto y silencioso, hasta una sala protegida más privada. En su interior, una mujer de lentes finos y porte formal lo esperaba sentada.

"Qingsu." dijo ella sin levantarse, asintio levemente al verlo, como si estuviera complacida. "Has sido puntual."

Aleph asintió. No había espacio para cortesías innecesarias.

Qingsu entrelazó los dedos sobre una mesa de cristal y proyectó varios mapas y diagramas frente a él.

"Hay movimientos extraños en la plaza cercana. Individuos que actúan fuera de lo normal. Sospechamos que son reclutadores de Sanctus Medicus."

Lo miró directo a los ojos.

"Tu tarea será infiltrarse en sus filas y volverte uno de los suyos. Alguien… tocado. Un curioso. Un joven desorientado que ha comenzado a sentir una afinidad por la Abundancia. No se trata de fingir locura. Solo de parecer genuinamente interesado."

Le entregó un pequeño dispositivo delgado, del tamaño de un chip, que Aleph colocó sobre su guantelete mientras un espacio se abría en este para acomodarlo.

"Canal encriptado. Usa esta frecuencia solo si estableces contacto. Recuerda, infiltrar no es invadir. Aprende, escucha, aguanta. Solo comunícate si tienes algo concreto. Buena suerte."

...…

Plaza del Sanctum

Aleph caminaba como un turista que no sabía exactamente qué buscaba. Se detenía en puestos de comida (un bocadillo no le hacía mal a nadie), leía libros, hacía preguntas vagas.

"¿Esto ayuda con la degeneración celular?" Preguntó en un tono entre curioso y dudoso.

Poco a poco, algunas miradas se posaron sobre él.

En especial una.

Un joven de túnica verde oscura, con ojos como esmeraldas recién cortadas, lo observaba desde la sombra de un callejón lateral.

Cuando Aleph se acercó a una de las salidas, fingiendo desorientación, el joven se le cruzó en el camino.

"Dices que viniste por curiosidad. Dejame hacerte unas preguntas ¿Acaso no te cansas de vivir con miedo? ¿A la enfermedad, a la muerte, al olvido?"

Aleph pestañeó. Parpadeó un par de veces con confusión.

"¿De qué hablas?"

El joven soltó una risa tranquila, casi encantadora.

"¿No quieres conocer la verdad que el Demonio Arquero ha ocultado? ¿La historia que distorsionaron para justificar su masacre? La Cacería no es más que miedo con arco y flecha."

Aleph bajó la mirada, como si algo dentro de él hiciera clic. Luego alzó la vista con una expresión cargada de duda y fascinación.

"¿La Abundancia no es una maldición como todos en Xianzhou dicen?"

El joven se inclinó un poco hacia él.

"Es una bendición eterna. Sanación infinita. Unidad a través de la raíz, más allá del tiempo y de los límites impuestos por quienes temen perder su control."

Aleph asintió lentamente.

"Mucha gente no lo entendería, pero…" Hizo una pausa. "A veces tengo sueños. Raíces doradas, una sensación de calidez… de estar completo. No lo conté a nadie, pero… por eso vine."

No era del todo mentira. Solo una pequeña distorsión de algo que, en otro contexto, sería verdad.

[No puede ser ¿Ha aprendido a mentir?] La voz sorprendida de Burroughs se escuchó en cabeza. [Mi maestro va a volverse todo un rebelde ¿Acaso iniciará su fase de mujeriego? Que dilema. Solo soy una pobre IA atada a un Maestro problemático.]

"Burroughs... ¿Podrias guardar silencio? Por favor."

El joven lo miró con más intensidad. Asintió.

"Entonces… deberías venir conmigo."

Guardó silencio por un segundo, antes de añadir.

"No podemos aceptar a cualquiera. Hay pruebas. Pero no se hacen en lugares tan… visibles."

Abrió un canal en su comunicador y luego le extendió un código de contacto.

"Dame el tuyo."

Aleph dudó apenas, solo lo justo para no parecer desesperado.

"Perfecto." El joven sonrió.

"Espera instrucciones. Nos volveremos a ver pronto."

...…

Aleph caminó hasta una zona más vacía, alejada de la plaza y las miradas indiscretas.

Y activó la frecuencia encriptada.

[Aleph: "Primer contacto hecho. Tengo un reclutador. Me llevarán a tomar las pruebas pronto."]

...

El camino lo llevó a los bordes del distrito administrativo.

El joven de túnica verde caminaba con paso seguro, y Aleph, detrás, mantenía el rostro relajado sin tensión.

Al llegar, el reclutador apartó una cortina de lona rota y lo invitó a entrar en una sala semiderruida. Techos rajados, faroles oxidados, documentos viejos esparcidos… y en el centro, una mesa de piedra improvisada, donde otro individuo ya los esperaba.

Vestía una armadura de los Caballeros Nimbus.

"¿Él también está en el examen?" Preguntó Aleph con voz baja.

"No te preocupes." Respondió el reclutador. "Él es como tú. Alguien que despertó y dejó de creer en las mentiras del Arquero Demonio."

...

El reclutador los miró a ambos.

"Primera prueba. Respuestas sinceras, rápidas. Nada de dudar."

Su tono cambió, volviéndose casi ceremonial.

"¿Qué representa para ti Sanctus Medicus?"

Aleph simplemente repitió lo que Burroughs le decía.

"La Abundancia me ha mostrado la fragilidad de lo que creía eterno. Ha despertado en mí el deseo por la eternidad, por perpetuar mi existencia como algo más allá de lo que puedo ser actualmente, para trascender mi corta vida mortal."

Asentimiento satisfecho del joven.

"¿Qué opinas del Demonio Arquero y sus mentiras?"

"La Cacería no es más que el verdugo de la ignorancia disfrazado de justicia. Una auténtica idiotez. No son capaces de ver lo que en verdad deberían seguir."

Más murmullos de aprobación. Uno de los otros presentes murmuró con una voz satisfecha.

"Esta vez recogimos a uno bueno."

El joven sonrió.

"Última pregunta. ¿Qué harías si te ordenan matar a un enemigo que no representa amenaza directa, pero representa un ideal contrario y una posible amenaza futura?"

Aleph no dudó.

"El enemigo será eliminado. La raíz no debe tener grietas."

La respuesta cayó como una losa. El silencio fue reverente.

...

El joven dejó sobre la mesa un montón de papeles, tinta y pinceles.

"La próxima prueba es simple… pero esencial." Tomó aire. "Escribirán el credo de los Discípulos de Sanctus Medicus... quinientas veces."

"¿Tiempo límite?" Preguntó el caballero.

"No hay. Pero no me hagan esperar eternamente."

Aleph se sentó y mojó la tinta con parsimonia.

"El camino hacia la Abundancia es la raíz que todo lo une, la vida sin final, el ciclo verdadero…"

Suspiró.

"…Qué aburrido."

Fue entonces que el otro caballero se inclinó levemente hacia él.

"¿Tú eres Aleph Avesta, verdad?"

Aleph se tensó de inmediato, su mano apretó con fuerza el pincel.

"Maldición… Me descubrieron." Murmuró con una expresión molesta. "Tendré que borrar la evidencia."

"¡No, no, no!" El otro agitó los brazos como loco. "¡También estoy infiltrado!"

Aleph lo miró de reojo.

"…¿Y viniste vestido como un Caballero Nimbus?"

"¡Ellos buscan infiltrados dentro del sistema! ¡Soy una apuesta más arriesgada, sí, pero también más útil!"

Aleph arqueó una ceja.

"Muy útil. Como una señal de alto en un pueblo fantasma."

El otro sonrió.

"Soy Qingyi. Departamento de Documentación y Archivos del Ala Sur de los Caballeros Nimbus."

"…¿Qué?"

"Llevo 150 años llenando formularios y falsificando reportes internos. No te preocupes por esto. Yo lo hago."

En cuestión de minutos, Qingyi escribió el credo 999 veces —las suyas y las de Aleph— con una caligrafía impecable y sin errores.

Cada hoja parecía una copia perfecta.

"Trabajo de oficina durante siglo y medio." Murmuró con orgullo. "Ya perdí la cuenta de cuántas veces falsifiqué sellos oficiales."

Aleph solo pudo murmurar.

"¿Qué demonios hacen los burócratas en este lugar…?"

[Es parte de crecer, Maestro.]

"Son todos unos monstruos."

...

El joven reclutador regresó y revisó los documentos.

"Excelente… Realmente excelente. No esperaba tanto de ustedes."

Luego, su tono cambió.

"Última prueba. Duelo a muerte. Solo uno puede unirse a Sanctus Medicus."

Qingyi palideció como papel. Su labio tembló.

"¡N-no! ¡Espera! ¡Necesito mentalizarme! ¡No soy un luchador, soy un burócrata!"

"Solo si tu oponente acepta." Dijo el joven. "¿Qué dices?"

Aleph asintió.

"Bien. No tarden. Recuerden, si intentan escapar serán ejecutados de inmediato."

...

Qingyi se volvió hacia él.

"¡Plan rápido! ¡Pelea realista! Fingiremos que tu me 'matas', y así podrás unirte mientras yo me escabullo. Solo… por favor… sé suave. ¡No me aplastes como hiciste con los Poseídos!"

Aleph solo se giró, agitando una mano.

....

"Empieza."

Aleph usó su bate de hielo para destrozar partes de la armadura de Qingyi, y ráfagas de viento que lo hicieron volar por la sala como una cometa azotada por un fuerte tormenta. Electricidad chispeaba entre los muros.

Pronto Aleph comenzó a añadir ilusiones.

Cortes profundos. Sangre. Un cuerpo sin vida.

Qingyi cayó con un grito fuerte, y no se movió más.

El joven se acercó con entusiasmo.

"Impresionante. Desde que te vi supe que serías especial." Una gran sonrisa apareció en su rostro. "El otro era un idiota poco confiable enserio ¿Por que alguien haría algo tan estúpido como venir con su uniforme? No te preocupes, nos desharemos del cadáver."

Aleph negó la cabeza.

"No hace falta."

"…¿Perdón?"

"Me gusta coleccionar los cadáveres de la gente que mato."

El joven retrocedió un paso.

"Vaya… todos tienen sus… pasiones, supongo. Bien, bien. Te avisaré para la próxima reunión. No tardes."

Se alejó con sus hombres, mirando de reojo a Aleph como si acabara de conocer a un psicópata adorable.

...

Ya lejos, en un rincón oculto, Aleph depositó el cuerpo de Qingyi en el suelo y desactivó la ilusión.

"¿V-viví…?" Jadeó mientras se sentaba.

Aleph colocó su mano sobre su pecho.

"Dia."

Una luz suave lo envolvió. Las heridas reales se deshicieron. Qingyi se levantó, dolorido pero vivo.

"Incluso conteniéndote, casi me haces puré… Pero gracias. Supongo que prefiero esto a morir."

Se quitó los restos de armadura y se puso una túnica más sencilla.

"Voy con el Sr. Dahao y la Sra. Qingsu. Les diré todo lo que descubrimos."

Aleph asintió.

"Cuando todo esto acabe…" Qingyi sonrió. "Te invito unas copas. Pero esta vez, sin duelos, ¿trato?"

Aleph lo miró en silencio… y, por primera vez en toda la infiltración, sonrió apenas.

"Trato."

Y así, mientras Qingyi desaparecía entre los callejones, Aleph se quedó solo una vez más.

*******

El sol estaba ya alto cuando Aleph decidió detenerse en un rincón discreto del distrito.

El aroma del café recién hecho lo atrajo como un imán.

Una pequeña terraza, mesas de madera bien cuidadas, y una quietud casi artificial reinaban en aquel local. Aleph pidió un café fuerte y se sentó con desgano.

Ahí fue cuando la notó.

Una mujer sentada cerca, de cabello largo recogido en una coleta sobre su hombro, ojos de color púrpura que no reflejaban luz.

"¿Puedo sentarme?" Preguntó Aleph.

"Ya lo estás haciendo." Respondió ella, con una leve sonrisa. "¿Extranjero?"

Aleph solo asintió.

"Podría decirse."

"Mi nombre es Dan Shu." Extendió una mano sin ver.

"Aleph."

Su apretón fue suave, pero firme.

...

El tiempo empezó a pasar sin que se dieran cuenta.

Hablaron de lo amargo del café, del clima húmedo del distrito, de remedios antiguos y supersticiones modernas.

Aleph realmente se sintió a gusto con ella, tenía algo... No sabía cómo describirlo más allá de una sensación de nostalgia.

Un poco extraña.

Pero al final no le dio mucha importancia ¿Quien de sus conocidos no era raro?

Oh sí, Welt Yang.

Bueno, solo una excepción.

La conversación continuó hasta que su gusntelete vibró y Burroughs le dio una notificación.

[Notificaciones entrantes.]

Aleph miró la pantalla del gusntelete.

Había mensajes de 7 de Marzo, Stelle, Welt y uno de Qingsu.

[Qingsu: "Qingyi llegó sano. Nos informó de todo. Excelente trabajo. Si sigues así, tu recompensa será igual de buena."]

Se rascó la nuca, algo avergonzado.

"Disculpa… Me tengo que ir."

Dan Shu ladeó la cabeza.

"¿Pasas por aquí seguido?"

"No. Vine solo por el café."

La risa de la mujer fue suave.

"Entonces, si el destino lo permite… me gustaría volver a hablar contigo, Aleph."

Él asintió, casi sin pensar, antes de marcharse.

...

De vuelta en la Comisión de Administración de Territorio, Dahao lo recibió con un gesto de cabeza.

"Buen trabajo. Puedes descansar un rato si lo necesitas. Hay una habitación contigua libre."

Aleph agradeció con un movimiento de cabeza y se acomodó en el lugar indicado.

Una vez dentro, se sentó en el suelo, exhaló lentamente y cerró los ojos mientras se apoyaba en la pared.

[¿Listo para repasar lo que viene, Maestro?]

"Sí."

[Infiltración continua. Recolección de información interna. No llamar la atención más de lo necesario. Esto tiene el potencial de explotarle en la cara sí se descuida o suelta algo que no debería, es un buen momento para ampliar tu arsenal. Demonios nuevos. Hechizos más útiles.]

"Perfecto. Aunque creo que abría que hacer más espacio en el almacenamiento. Compra la ampliación"

[Usando 10 puntos AP. Espacios para demonios aumentados: 02/08 - 02/16.]

Una onda de luz azul atravesó el guantelete.

[Nuevo App disponible en la tienda de aplicaciones.]

[App: Variante]

[Costo: 30 puntos AP.]

[Descripción: Activación del Modo Parásito. Permite al COMP consumir tecnología o materiales, integrarlos y modificar su hardware y software.]

"¿Interfaz mutante? Eso me gusta."

[Aviso adicional: Tras la descarga, el COMP ya no tendrá forma estática predeterminada.]

Aleph no tuvo tiempo de reaccionar.

Una luz verde lo envolvió su brazo izquierdo.

El guantelete se desintegró en partículas y, en su lugar, apareció un teléfono negro con un círculo mágico en la funda y un Jack Frost.

Lindo.

Aleph pronto noto otra cosa más.

"...Vaya. Hace mucho no veía mi brazo izquierdo."

[¿Desea mantener esta forma? También puedo manifestarme como reloj, gafas, o pendientes o...]

La forma cambió con un destello. Un reloj oscuro con números flotantes se ajustó a su muñeca.

Aleph silbó con aprobación.

"Bonito. Pero el teléfono es más práctico. Vuélvete eso."

[Exigente como siempre.]

Burroughs regresó a la forma de teléfono, levitando apenas sobre la palma de su mano.

"Vamos a lo importante. Mis nuevos demonios, estos serían mis objetivos, Mantra Demoníaco me ha dado ideas de lo que podría hacer con Wendigo, Pazusu y Baphomet."

[Difícil. Invocar directamente a cualquiera es casi imposible. Pero… puedo alterar el flujo ritualizado para atraer combinaciones que permitan fusionarlos, aunque el único posible de fusionar por ahora es Wendigo, ya que es el más fácil de hacer de los tres. Como dije, te daré los materiales, pero tendras que encontrar la fusión correcta por tu cuenta.]

"Hazlo. Lo dejo en tus manos."

[Iniciando Invocación.]

Círculos mágicos giraron sobre el suelo virtual. Siluetas distorsionadas se formaban y deshacían mientras Burroughs, como una bruja tecnomántica, comenzaba el proceso de selección.

Aleph cerró los ojos momentáneamente.

Ya que iba a ser un cultista ¿Por que no tener demonios más amenazantes además de Oni para imponer cuando tuviera que intimidar a alguien?

¿Por qué no enseñarles la coreografía y después hacer que hagan el baile de la tortura?

.....

Uno a uno, los nuevos demonios comenzaron a manifestarse en pequeños círculos arcanos. Jack Frost dio un salto risueño al materializarse, mientras Kikimora emergió en un remolino de polvo. Nue rugio desde una sombra y Onmoraki se formó en un crujido de llamas negras.

Aleph los observó en silencio, con los brazos cruzados y una sonrisa, mientras Burroughs desplegaba unas opciones.

[Wendigo, Pazusu y Baphomet son posibles con fusiones usando tus demonios actuales.]

El muchacho asintió. La lista de ingredientes estaba sobre la mesa, por así decirlo.

Faltaban aún ingredientes, pero ya tenía la idea.

[Recomiendo comenzar por Wendigo. Jack Frost y Oni podrían usarse para crearlo.]

"…Está bien."

El círculo volvió a brillar. Jack Frost soltó un "Hee-Ho?" antes de deshacerse en partículas junto con Oni, y segundos después, una explosión se escuchó y un aire helado se extendió en la habitación.

Un ser alto y brutal emergió.

Wendigo, de mirada vacía y mandíbula perpetuamente entreabierta, goteando escarcha.

"Buen chico." Murmuró Aleph mientras acariciaba su cabeza, sorprendentemente el demonio no rehuyó y en su lugar se dejó acariciar sin oposición. Aleph abrió el compendio para recuperar a Oni.

Burroughs entonces interrumpió el silencio.

[Maestro…]

El tono era más bajo. Casi un susurro de advertencia.

[…hay múltiples firmas vitales en las cercanías. Algunas presentan una resonancia… inquietantemente parecida a la del ciervo.]

Aleph se irguió al instante. Su mirada fue directo a la ventana. Entre los edificios apagados y las luces dispersas, distinguió sombras. Moviéndose. No lo miraban. No se acercaban. Pero pasaban... como si buscaran algo. O a alguien.

Un nudo se formó en su garganta. El recuerdo de las palabras del reclutador le golpeó con fuerza.

"Nos volveremos a ver pronto."

Su teléfono vibró.

[Qingsu: "Interceptamos una comunicación de Sanctus Medicus. La reunión será en dos noches. Posible sede bajo el Área de la Comisión de Artesanía. Necesitamos que asistas. Dahao está preparando el salvoconducto. Reúnete con él en una hora."]

[Confirmando instrucciones.]

Añadió Burroughs, sin necesidad de que se lo dijera.

[Se ha actualizado la lista de retos.]

[Lobo con piel de Oveja.]

[Espíritu Vengativo.]

"Genial." Murmuró Aleph, llevándose una mano a la frente mientras suspiraba.

Apagó la pantalla del teléfono.

Por un momento, quedó allí, sentado frente al reflejo en el vidrio. Pero no era él quien lo devolvía.

Primero vio un rostro distinto… Pelo negro, largo hasta los hombros, gafas y ojos... ¿Naranja? Su expresión tenía ese tipo de expresión que te hacia pensar que era medio tonto, medio imbécil.

Casi inocente.

Luego, la imagen se deshizo. Dio lugar a otra. Caelus.

Ambos rostros se fundieron y desaparecieron.

Solo quedó el reflejo actual, Aleph. No más *****. No más Caelus. Solo él.

Solo el resultado.

"Genial…" Repitió, más bajo esta vez. "Creo que ya me estoy volviendo loco."

[¿Preparado para dejar de ser el cazador y empezar a parecer la presa?]

Preguntó Burroughs con voz suave.

Aleph no respondió.

Solo se puso de pie.

Ajustó su chaqueta sobre los hombros. Se pasó una mano por el cabello, giró sobre sus talones, y salió de la habitación sin mirar atrás.

La noche en el Luofu aún no terminaba.

Pero la verdadera cacería apenas comenzaba.

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