La mañana en el Sanctum de la Exaltación transcurría con su peculiar quietud. Pasos amortiguados por losas antiguas, murmullos arrastrados entre pabellones y el siseo distante del incienso que ardía en los templos laterales. Aleph caminaba por uno de los corredores menos transitados, con una pequeña bolsa de tela colgando de su mano derecha.
"¿Puedes hacerme un favor, Aleph?"
La voz de Dan Shu era suave, como una hoja de té deslizándose sobre agua.
Aleph la miró desde su lugar en la mesa con su taza de café en la mano.
"Depende. ¿Incluye saltar por una ventana o asaltar un un banco?"
"No. Es más sencillo." Ella sacó una pequeña bolsita sellada. "Estas son unas pastillas especiales para Xiaoyu. Ella... tiene el mismo problema que yo. Me preguntaba si podrías llevarselas."
Aleph tomó la bolsa sin hacer preguntas innecesarias.
"¿Hay algo te impida hacerlo?"
"Sí. Tengo una reunión que no puedo postergar." Su tono era tranquilo, pero una línea de tensión le cruzó el rostro. "Y prefiero no enviarla sola… últimamente, hay niños que la molestan. Ya sabes cómo son a esa edad."
Aleph no dijo nada. Se puso de pie.
"Lo haré."
...…
No era pesada, pero el contenido era valioso, medicamentos preparados por Dan Shu.
"Entregaselo directamente a ella." había dicho la alquimista, con su voz firme. "Y asegúrate de que los tome delante de ti. Es testaruda."
El lugar de entrega estaba indicado con claridad un pequeño patio en la parte trasera del Sanctum. Aleph llegó sin problemas.
Encontró a Xiaoyu cerca de una escalinata que conectaba con una plaza interior. Al principio creyó que estaba sola, hasta que oyó la risa.
Tres niños mayores, dos varones y una chica, la rodeaban.
"¿Cómo encuentras las escaleras si no ves? ¿Tienes un radar como los murciélagos?"
Uno de ellos le dio un pequeño empujón.
"¡Oye, canta! Quiero saber cómo suena un monstruo ciego."
"A ver, Yu, si no puedes ver, ¡entonces tal vez tampoco puedas sentir esto!"
"¡Vamos! ¡Dinos de qué color es esta flor! ¡Oh, cierto, no puedes!"
Aleph caminó hacia ellos sin apuro.
Sus pasos fueron lo bastante audibles para que los chicos se giraran.
"¿Y tú quién—?"
Él no respondió. Solo miró.
Uno de los niños bajó la mirada. Otro tragó saliva.
"¿Qué quieres?"
"Bajarla de ahí."
Yu estaba subida a una pequeña columna, obligada a mantenerse en equilibrio.
Los niños se miraron entre sí, y uno trató de plantarse con valentía.
"Este es nuestro lugar. Tú no eres de aquí."
Aleph lo miro con una ceja alzada.
"Y tú no eres fuerte. Pero no te lo echo en cara."
Los tres retrocedieron.
Uno chasqueo la lengua antes de tratar de golpear a Aleph, quien ni siquiera se molesto en esquivar.
"¡¿Jefe?!" Exclamaron el otro niño y la niña al ver al mayor de los tres sosteniendo su mano.
"¡Tú!" Gruño el niño con lágrimas en los ojos. "¡¿De que demonios estas hecho?!"
"... Eh ¿Carne, como tu?"
El niño apretó lo dientes.
"¡No se que trampas hiciste para resistir mi poderoso golpe, uno que podría derribar a mi padre, pero ten por seguro que tendré mi venganza!" Luego de hablar tomo las manos de sus amigos antes de huir.
Aleph los miró mientras se iban. Definitivamente prefería jugar con Hook que hablar de nuevo con esos niños.
Aleph se acercó a la columna. Extendió los brazos con cuidado.
"Voy a bajarte. No grites. No muerdo."
Xiaoyu se aferró a su abrigo. Él la cargó con facilidad y la dejó en el suelo.
"¿Estás herida?"
"No… solo molesta."
"Lo imaginé." Le entregó la bolsita. "Medicina. Dan Shu la envió."
Yu la sujetó con ambas manos. Luego preguntó.
"…¿Te doy pena?"
Aleph se detuvo.
"No."
"Entonces ¿por qué me ayudaste?"
"Porque podía." Su tono fue directo, sin adornos. "Y odio a los idiotas."
[¿Deberia conseguirle un Psicólogo para arreglar sus problemas, Maestro?]
"¿Eh?"
[¿No acaba de admitir que se odia a si mismo?]
"...Te odio, Burroughs."
Ella sonrió. Pequeñamente. Pero sonrió.
"Te llevaré hasta donde tienes que ir."
"¿No tienes algo mejor que hacer?"
"Probablemente."
"¿Y por qué entonces—?"
"Te dije, por qué puedo. Además, me caes bien."
Ella no discutió más. Simplemente lo tomó de la manga.
"Entonces... no hace falta que te preocupes por mí. Estoy bien. Siempre pasa."
Aleph no respondió.
"Dan Shu dijo que tomes la medicina frente a mí."
Ella sonrió apenas, pero aceptó el frasco. Inclinó la cabeza hacia atrás y lo bebió sin quejarse.
"¿No me vas a preguntar si estoy bien?" Inquirió ella, con una sonrisa triste.
"No."
"...¿Por qué no?"
"Porque no necesitas que alguien te tenga lástima. ¿Verdad?"
Ella parpadeó. O eso creyó ver Aleph.
"¿A dónde vas ahora?"
"De regreso. Aunque no me gusta dejarte sola."
"Tengo que ver a mis padres en la sección de almacenamiento de la Comisión de Artesanía."
Aleph chascó la lengua.
"Vamos. Te acompaño."
Yu abrió la boca para protestar, pero luego cerró los labios. Asintió.
...
El camino fue tranquilo. Aleph le hablaba de vez en cuando, señalando cosas con descriptores sencillos, incluso haciendo pequeñas bromas. Ella se reía. No porque fueran divertidas, sino porque parecía agradecida por el gesto.
Cuando llegaron a la zona de artesanía, sin embargo, Aleph notó algo.
Silencio.
Demasiado.
Los pasillos que deberían estar llenos de martilleo y ruido estaban un tantovacíos.
"Quédate detrás de mí."
Xiaoyu obedeció sin una palabra.
Fue entonces cuando emergieron, soldados, con los ojos nublados por Mara. Autómatas con movimientos espasmódicos.
Aleph se adelantó con paso firme.
Mabufula envolvió a los autómatas en escarcha y los destrozó. Mazio hizo chispear a los soldados hasta dejarlos crujientes.
Aleph no dejó que ninguno se acercara a él o a Xiaoyu.
En segundos, todo terminó.
"Eh... ¿E-estás bien?"
Aleph sonrió mientras le acariciaba la cabeza.
"¿Con solo eso? Necesitan mucho más para siquiera empezar a hacerme sudar."
Ella río, más tranquila.
"Gracias por traerme."
"Gracias por dejarme hacerlo."
Y con eso, Aleph se despidió, dejándola en manos de sus padre y de los trabajadores que poco a poco emergían para reparar los daños.
A lo lejos, sin que él lo viera, una pequeña flor creció junto a una de las columnas.
Dorada.
Solitaria.
Pero viva.
********
La tarde en el Sanctum de la Exaltación era extrañamente pacífica.
Las calles vibraban con los murmullos de la rutina, pasos suaves sobre piedra, voces lejanas discutiendo, el tintinear de tazas de porcelana en terrazas llenas de vapor de té.
Aleph volvió a aquel rincón apartado donde había conocido a Dan Shu.
No llevaba más propósito que sentarse. Respirar. Dejar que su mente divagara un poco.
Sentada en la misma mesa, con una taza entre las manos y la cabeza ligeramente ladeada hacia el sol. Sus ojos, aunque sin luz, parecían disfrutar de su calor.
"Viniste otra vez." dijo ella sin girarse. "Supongo que empiezo a parecerte encantadora."
Aleph no se inmutó.
"Eso, o me estoy volviendo adicto a los cafés de este lugar."
Aunque no pudo evitar pensar una cosa.
"Extraño el café de Himeko..."
Dan Shu rió con suavidad. Se giró hacia él,
"¿Quieres sentarte, o prefieres quedarte de pie como un guardaespaldas mal pagado?"
Se sentó sin responder.
Por un rato, no hablaron. Solo compartieron un silencio tranquilo.
Finalmente, Dan Shu rompió la calma.
"Es... realmente extraño, no término de entender por qué, pero tu presencia no me resulta incómoda. Me siento en calma cuando estas cerca."
Aleph la miró de reojo. No dijo nada.
"Es tan raro. Nunca antes me había pasado nada ni remotamente parecido. Puedo ver que eres diferente a los demás, hay algo raro en ti. No entiendo como, pero intuyó que eres similar a mi. ¿Que eres Aleph Avesta?"
"Piensa en mi como la futura leyenda que resonara por todo el cosmos ¡The Morning Star!"
[... Maestro, esta seguro de que no hace esto a propósito?]
"¿A que refieres?"
[Nada.]
Ella ladeó la cabeza, sin saber si tomárselo en broma o no.
"Eres muy directo."
"Soy práctico."
Dan Shu acarició con sus dedos el borde de la taza, como si trazara un círculo.
"¿Sabes? Hace muchos años intenté ponerme unos ojos nuevos."
Aleph la observó. No interrumpió.
"Prótesis de alta precisión. Tecnología de recuperación visual. Me dijeron que eran la mejor opción. Y lo fueron… durante un tiempo. El mundo volvió. Vi colores. Sombras. Las expresiones de la gente."
Hizo una pausa. Su voz no temblaba, pero bajó el tono.
"Y luego… empezó el dolor. No físico al principio. Era como si algo dentro de mí gritara que eso no estaba bien. Como si mis propios ojos—los de nacimiento—lloraran por regresar."
Aleph se mantuvo quieto.
"Un día desperté sangrando. No fue un rechazo orgánico común. Fue más como… una lucha interna. Como si la carne que debía ser eterna se negara a ser reemplazada. Los ojos postizos fueron expulsados. Literalmente."
El silencio que siguió no fue incómodo. Fue denso.
"Desde entonces, he vivido con la certeza de que nosotros—los de larga vida—no somos solo longevos. Somos inmutables. Lo que somos al nacer, lo somos hasta el final. Defectos incluidos. Y nadie habla de eso. Nadie quiere aceptar que somos reliquias vivas. Estatuas condenadas a no cambiar."
Su voz se hizo más baja.
"Quizás… ¿Es este el castigo de La Abundancia hacía nosotros, la gente de Xianzhou? Por haberla negado. Por haber elegido a la Cacería. Porque… si viviéramos para siempre y además pudiéramos cambiar…"
Una sonrisa amarga se dibujó en sus labios.
"¿Qué nos quedaría por temer?"
Aleph miró el vapor que subía de su taza. Sintiéndose como un idiota por haber dicho lo que dijo antes de que Dan Shu comenzará a hablar.
Dan Shu continuó, en voz casi apagada.
"No temo estar ciega, no le temo a la oscuridad eterna. Ya me he acostumbrado a esto. Lo que temo… es que Xiaoyu, un día, tenga esperanza. Que crea que podrá ver. Que sueñe con eso… para luego vivir el mismo horror que yo. ¿Es cruel que quiera aplastar desde el principio las esperanzas de una jovencita? Definitivamente, no espero comprensión ni entendimiento por mis acciones, y lo más probable es que ella acabé odiandome. Pero al menos, se que así evitare que termine como yo."
Aleph bajó la vista. No respondió con frases vacías. No le ofreció soluciones, ni promesas dulces. Solo se acercó con suavidad, y posó su mano sobre la de ella.
Fue su afirmación.
Estoy aquí. Y no te juzgo.
Dan Shu no apartó la mano.
"Gracias, Aleph."
"Por nada."
"Mentiroso."
Aleph sonrió, casi imperceptiblemente.
Por un rato más, no dijeron nada.
Y fue suficiente.
********
La tarde comenzaba a deslizarse hacia la noche cuando Aleph regresó a la habitación asignada en la Comisión de Administración de Territorio.
Se dejó caer en la silla más cercana, su teléfono vibró suavemente en su bolsillo.
[Nuevo mensaje recibido.]
[Qingsu: "Se detectó movimiento anómalo de posibles miembros de Sanctus Medicus en las cercanías del Distrito de Artesanía. Además, Zhixin, uno de nuestros infiltrados ha desaparecido en circunstancias sospechosas. No se ha encontrado evidencia de lucha. Deberias proceder con cuidado Aleph, que estén locos no significa que sean estúpidos".]
Aleph frunció ligeramente el ceño.
Desapariciones sin rastros, esas cosas nunca eran un buen signo.
Y mucho menos en una organización como Sanctus Medicus.
Esta vez de su propio grupo.
[Welt: "Aleph… ¿Sabes cómo cambiar la imagen de perfil del grupo? Se acerca el aniversario de Arahato y quiero usar una imagen especial."]
Aleph parpadeó.
¿Arahato…?
Luego vio la imagen del mecha que envió Welt y Aleph no pudo evitar soltar una pequeña risa.
Parecía realmente emocionado.
"Bueno, son robots gigantes, puedo culparlo."
[Maestro, ¿que tienen de especial los robots gigantes? Estoy bastante seguro de que tanto usted como el Sr. Yang pueden vencer varios de ellos sin mucho problema.]
"No lo entenderías Burroughs."
Una nueva notificación llegó antes de que pudiera guardar el teléfono.
7 de Marzo.
[7 de Marzo: "¡Actualización oficial del frente doméstico! ¿Recuerdas los bollos y postres que dejaste? ¡Sobrevivieron a medias!"]
Venía con un vídeo adjunto.
Aleph lo abrió.
La escena era un completo caos.
Tingyun y Stelle peleaban como animales salvajes alrededor de la cocina, tironeando una bandeja con bollos, ninguna parecía dispuesta a ceder.
Gritos, chillidos, una lámpara cayendo de fondo
Vaya.
7 de Marzo narraba en voz baja como si fuera una guerra histórica:
[7 de Marzo: "Aquí podemos observar a dos especímenes en su estado natural… peleando por el derecho de comer la presa anteriormente cazada."]
Aleph río un poco, y por alguna extraña razón no pudo evitar imaginar a un zorro y un mapache peleando.
Extraño.
La pantalla cambió a una selfie de 7 de Marzo sonriendo con malicia mientras sostenía un enorme tupperware lleno de bollos rescatados.
[7 de Marzo: "Tranquilo. Ya aseguré la reserva de emergencia. Nadie más los tocara jejeje."]
[7 de Marzo: "Ah, y por cierto… Fu Xuan también probó uno. La expresión en su rostro...
¿Cómo decirlo?
Fue como ver a alguien obtener una revelación divina".]
Aleph no pudo evitar imaginarse a Fu Xuan congelándose al probar algo dulce y delicioso.
Adorable.
[7 de Marzo: "También, te daré un consejo. ¡No hagas nada ilegal!
Te lo advierto, Aleph, ya la escuché murmurar métodos... Un tanto ¿Cuestionables? para "adquirir tu talento" como uno de sus subordinados.
Está comenzando a asustarme".]
Aleph se pasó una mano por el rostro.
"... ¿Como debería sentirme por esto?"
Guardó el teléfono, pero su sonrisa tardó un momento más en desvanecerse.
Aprovechando el breve momento de calma, encendió una pequeña terminal de hologramas flotantes en su habitación y buscó entre las bases de datos culinarias de Xianzhou.
Recetas tradicionales.
Dulces ligeros para acompañar té y café.
Mmm no sería mala idea llevar unos cuantos para comer con Dan Shu y Xiaoyu.
Mientras repasaba ingredientes y medidas, Burroughs apareció.
[¿Buscando nuevas armas químicas, Maestro?]
"Calla, estoy haciendo algo importante."
[¿Planeas derrotarlos… con pastelitos?]
"...No sería mala estrategia."
Burroughs soltó una risa.
Y Aleph siguió su búsqueda.
....
¿Que te parece la versión editada?
Acto 4: Silencio en el Sanctum
El Sanctum de la Exaltación parecía aún más inmenso cuando uno caminaba solo.
Las calles secundarias, mucho menos concurridas que la plaza principal, parecían devorarlo todo en una mezcla de arquitectura elegante y pasillos silenciosos.
Aleph mantenía el paso firme, pero su mente no dejaba de trabajar.
Observaba de reojo figuras que se movían en las esquinas gente con túnicas discretas, ojos demasiado brillantes, casi idénticos a los del reclutador.
Discípulos de Sanctus Medicus, casi seguro.
La voz suave de Burroughs interrumpió sus pensamientos.
[Recordatorio, Maestro. la reunión es mañana por la noche.]
Aleph asintió en silencio.
[Recomiendo que practique. Memorizar el credo es sencillo; sonar como si lo creyera… es otra historia.]
Un gruñido bajo escapó de su garganta.
"Sí, sí… No me lo recuerdes."
Se dirigió de nuevo hacia la Comisión de Administración de Territorio. El cielo sobre el Luofu ya comenzaba a teñirse de un violeta profundo, como si la noche se estuviera filtrando lentamente en los huesos de la nave.
...
Habitación de descanso – Comisión de Administración de Territorio
Aleph cerró la puerta detrás de sí, soltó un largo suspiro y se plantó frente al espejo que colgaba de la pared.
Miró su reflejo por unos segundos.
Sin cambiar la expresión, empezó.
"La raíz nos llama. La vida sin fin nos purifica. El ciclo impuesto es una mentira que nos separa de la verdad…"
Detuvo la recitación a mitad de camino.
Demasiado plano.
Probó de nuevo, esta vez forzando un tono más ferviente, como si la fe lo quemara por dentro.
"La raíz nos llama..."
Burroughs emitió un zumbido breve.
[Parece un vendedor de seguros desesperado.]
Aleph cerró los ojos con resignación.
Intentó otra vez, ahora con una voz más fría, casi desapegada. Como alguien que ya había entregado todo su sueldo al cobrador de deudas y solo repetía las palabras como quien reza en la iglesia esperando que el de arriba le diera buena suerte.
"La raíz nos llama…"
Burroughs tardó unos segundos en responder.
[Mucho mejor. Parece que verdaderamente te has rendido a algo más grande que tú.]
Aleph soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo.
Miró su reflejo.
"No soy buen actor."
Pensó con irritación.
No importaba cuántos matices intentara agregar. Al final, solo podía interpretar versiones ligeramente distintas de si mismo.
Ni gestos grandilocuentes, ni miradas fervientes.
Se dejó caer en la silla al costado del cuarto y se pasó la mano por el cabello.
"No importa." Murmuró. "Solo tengo que parecer… convencido. No inspirado."
Con un suspiro resignado, se puso de pie y preparó una cena ligera con lo que Dahao le había dejado.
Un poco de arroz, vegetales al vapor y un té verde fuerte.
Mientras comía, su mente volvió al credo.
"La raíz nos llama… La vida eterna es el regalo verdadero..."
Recitaba en voz baja entre bocado y bocado, como si quisiera engañar a su propia lengua para que lo dijera sin esfuerzo.
Finalmente, dejó los cubiertos a un lado y se recostó en la cama.
Miró el techo. Un lugar vacío, silencioso.
"Mañana toca ser hacer lo mejor que pueda." Pensó Aleph y no pudo evitar preguntarse algo.
"Dicen que para ser un buen actor hay que saber inyectar tus sentimientos en la actuación... ¿Que tipo de emoción tendría si actuará en mente la imagen de aquella vez que tuve que comer Pizza con piña?"
[Maestro... ¿Es este el momento de pensar en cosas así?]
"... Si."
Finalmente se estiró en la cama mientras soltaba un bostezo.
********
La habitación estaba en calma.
Solo el leve zumbido del purificador de aire rompía el silencio.
Aleph se sentó en la cama, sosteniendo el COMP en su forma de teléfono entre las manos. La pantalla estaba apagada, pero el reflejo de la tenue luz de la habitación se curvaba sobre el vidrio negro.
Burroughs, curiosamente, guardaba silencio. No hubo notificaciones ni nada.
Aleph giró el teléfono entre sus dedos un par de veces.
"Burroughs."
La IA respondió con un parpadeo de luz.
[Aquí estoy.]
Él dudó, mirando hacia la nada.
"Haz una lista."
[¿De qué tipo, Maestro?]
"De mis errores." Aclaró con voz baja. "Desde que inicie esta misión hasta ahora. ¿Qué hice mal? ¿Qué pude haber hecho mejor?"
Hubo una pausa.
Burroughs no respondió de inmediato, como si se sintiera desconcertada por la pregunta.
[¿Puedo preguntar… por qué?]
Aleph sostuvo el teléfono sobre su pecho, recostándose en la cama. Miró el techo blanco y estéril como si buscara alguna respuesta oculta entre las grietas.
Se quedó callado durante tanto tiempo que Burroughs casi pensó que había cambiado de opinión.
Finalmente, Aleph murmuró.
"…Solo quería aclararme algunas dudas. Eso es todo."
[Entendido.]
Y comenzó a enumerar.
Errores menores. Movimientos que llamaron un poco más de atención de la necesaria. Momentos donde su expresividad fue demasiado evidente o donde su neutralidad fue tan rígida que pudo parecer sospechosa. Ocasiones en que pudo haber aprovechado mejor su entorno.
Detalles.
Muchos de ellos imperceptibles para alguien normal.
Pero en una misión de infiltración, lo imperceptible era mortal.
Aleph escuchó en silencio.
No se excusó. No protestó. Solo escuchó.
Cuando Burroughs terminó, él soltó un suspiro largo y pesado.
Se tapó la frente con el antebrazo, cerrando los ojos.
"Espero que mañana me vaya mejor…" Murmuró medio en broma, medio en serio.
El silencio regresó a la habitación.
Por un momento pensó en simplemente dormir.
Pero todavía tenía demasiada energía.
Era en momentos como estos que se sentía raro no tener a 7 de Marzo cerca, ella casi siempre llevaba juegos y otras cosas para entretenimiento.
Se sentó de nuevo, encendió el teléfono y apretó una cuantas opciones.
Tres círculos de invocación se abrieron en el aire.
Con destellos breves, Oni, Nappea y Jack Frost se materializaron.
Jack Frost dio un pequeño salto al aterrizar en la cama, mientras Oni cruzaba los brazos, y Nappea flotaba a su lado, mirando con curiosidad la habitación.
Los tres parecían confundidos, y no podía culparlos. Casi nunca los invocaba fuera de combate...
"Ugh."
Aleph no pudo evitar sentirse mal.
¿Eso quería decir que prácticamente los tenía encerrados todo el tiempo?
Tal vez... Tal vez debería a sacarlos más seguido, si.
Aleph sacó una baraja de cartas de su inventario.
"Vamos a hacer algo productivo. Una partida de cartas. El que gane, elige el desayuno de mañana."
Jack Frost aplaudió emocionado, mientras Nappea sonrió de forma maliciosa. Oni solo gruñó afirmativamente.
Justo cuando Aleph estaba barajando, Burroughs proyectó un pequeño holograma de sí misma sobre la pantalla del COMP.
[¿Puedo participar también?] Preguntó con voz inocente.
Aleph alzó una ceja.
"¿Por qué tan de repente? Pensé que no te gustaba jugar."
[Puedo adaptarme a las circunstancias. Además, sería injusto dejarlos divertirse sin mi.]
Aleph soltó una risa nasal.
"Está bien, pero ¿que pediras? Ya que no creo que puedas comer el desayuno incluso si te vuelvo solida."
Burroughs parpadeó dos veces.
[No necesito comida. Pero exijo un premio si gano.]
Un escalofrío muy poco sutil recorrió la espalda de Aleph.
"…¿Qué clase de premio?"
Burroughs, en su pequeño holograma, sonrió como una gata frente a un ratón distraído.
[Si gano… elegiré el fondo de pantalla de tu teléfono, el tono de llamada y, durante una semana completa, decidiré tu vestimenta diaria.]
Aleph se quedó mirándola.
"…Eso es abuso de poder." Murmuró.
[Es evolución de relaciones, Maestro.] Replicó Burroughs con un tono radiante.
Oni soltó una carcajada, Jack Frost aplaudió animado, y Nappea disimuló su risa detrás de una mano.
Aleph suspiró, resignado, mientras barajaba.
[¡Que empiece la partida!]
Anunció Burroughs con voz triunfal.